En relación a la larga estancia de Bin Laden en Pakistán, Obama ha apuntado la posibilidad de que el terrorista contara con "una red de apoyo" en este país, aunque ha aclarado que las autoridades estadounidenses desconocen "quién o qué tipo de red es". "No saben si puede haber sido alguien de dentro del Gobierno o personas de fuera del mismo", ha subrayado.
En este sentido, ha reconocido que hay cuestiones difíciles de esclarecer, ya que "va a llevar algún tiempo explotar la Inteligencia" que Estados Unidos ha conseguido reunir en Abbottabad, localidad ubicada unos kilómetros al norte de Islamabad.
No obstante, ha destacado que "lo más importante" es que "las autoridades paquistaníes han expresado un profundo interés en encontrar qué tipo de redes de apoyo podría haber tenido Bin Laden" durante su estancia en el país.
En referencia a la polémica surgida en torno a la necesidad de matar al líder de Al Qaeda, pese a que estaba desarmado, Obama ha considerado que "cualquiera que cuestione que el autor de una matanza en suelo estadounidense no merecía lo que tuvo, necesita ser examinado".
Asimismo, el presidente ha confesado lo nervioso que estaba mientras veía el desarrollo de la operación desde la Casa Blanca, acompañado por altos funcionarios de seguridad. "Fueron los 40 minutos más largos de mi vida, con la posible excepción de cuando mi hija Sasha tuvo meningitis con solo tres meses", ha revelado.
Obama ha señalado que a lo largo del operativo recordó el fracaso de algunos de sus antecesores en importantes misiones, temiendo sufrir las mismas consecuencias. En concreto, se ha referido al intento de rescate de los estadounidenses secuestrados en Irán, llevado a cabo en 1980, durante el mandato de Jimmy Carter; y a la intervención en Somalia en 1993, con Bill Clinton.
No obstante, ha indicado que "a pesar de lo nervioso que estuvo durante todo el proceso", en ningún momento renunció a la posibilidad de dar con el terrorista. "No perdí el sueño de capturar a Bin Laden", ha aseverado.