Los disturbios, que se han sucedido durante toda la semana, se recrudecieron el jueves, cuando unas 3.000 personas, según fuentes oficiales –aunque otras fuentes y algunos medios suben la cifra hasta las decenas de miles–, salieran a las calles.
Los manifestantes, en su mayoría chinos, protestaban por unos supuestos ataques con jeringuillas contra los residentes chinos, perpetrados presuntamente por miembros de la etnia uigur, de religión musulmana.
La policía antidisturbios disolvió la manifestación, aunque la agencia china no aclara cómo se produjeron las muertes.
El ministro chino de Seguridad Pública, Meng Jianzhu llegó ayer a Urumqi para supervisar las acciones de las fuerzas de seguridad y “restablecer el orden social lo antes posible”, añade Xinhua.
“Mantener la estabilidad es la tarea central de mayor importancia en el momento presente en Xinjiang”, afirmó el ministro.
A su vez, las autoridades locales de Urumqi, prohibieron las marchas, manifestaciones y protestas de masas después de nuevos incidentes en la región.
Según informaciones de Xinhua, en el día de ayer continuaron los disturbios en Urumqi, cuando más de mil personas se enfrentaron a la policía, que empleó gases lacrimógenos para disolver a los manifestantes.
Los nuevos disturbios en la ciudad, los primeros desde las revueltas de julio que causaron al menos 197 muertos, fueron desatados por unos ataques con jeringuillas contra los transeúntes, de los que la agencia oficial china informó sin especificar la etnia o identidad de los atacantes.
Los uigures acusan al gobierno chino de reprimir y segregar su cultura, y de torturar a sus miembros o ejecutarlos bajo falsas acusaciones de terrorismo, mientras que Pekín consiguió incluir en 2001 a una de las más importantes organizaciones separatistas uigures en la lista de grupos terroristas internacionales de la ONU.