El enjambre sísmico que afecta a Granada y su área metropolitana desde diciembre está a punto de alcanzar los 2.000 temblores, cuando se cumple un mes desde que se "reactivara" esta serie continuada de terremotos, con uno primero que superó los 4 grados y al que siguieron otros cuatro de similares magnitudes.
El informe más reciente sobre la actividad sísmica en Atarfe y Santa Fe elaborado por el Instituto Geográfico Nacional (IGN) cuantifica ya desde el pasado 1 de diciembre en más de 1.940 los terremotos que se han producido en este entorno, que aglutina a más de medio millón de habitantes.
De acuerdo a este documento, consultado por Efe y que se actualiza según la evolución de la serie y la información disponible, de los cerca de 2.000 terremotos registrados 32 han sido de magnitud mayor o igual a 3,0 y hasta 182 han llegado a ser sentidos por la población.
Todos estos temblores forman parte de la serie de terremotos superficiales que se producen al noroeste de la ciudad de Granada, en el entorno de las localidades vecinas de Atarfe, Pinos Puente y Santa Fe.
Se trata de seísmos superficiales, con una profundidad menor de 10 kilómetros y de magnitudes mayoritariamente menores de 2,5, aunque ya el 2 de diciembre la Red Sísmica Nacional registró un primer terremoto de magnitud 3,6 e intensidad máxima de IV-V en Atarfe y Santa Fe, ampliamente sentido en numerosas localidades cercanas al epicentro pero sin causar ningún daño.
La serie se "reactivó" posteriormente a finales de enero y, desde el día 23, hace prácticamente un mes, el IGN ha registrado cinco terremotos con magnitud superior a 4, que no solo fueron muy sentidos por la población sino que ya causaron considerables daños materiales aunque prácticamente ninguno de tipo estructural.
Al primero de ellos, de magnitud 4,4 al noroeste de Santa Fe y con intensidad máxima de V-VI en Atarfe, le siguieron tres el día 26, el mayor también de magnitud 4,4 localizado al oeste de Santa Fe con intensidad máxima también de V-VI, y otros dos de magnitud 4,2 y 4,1 localizados al suroeste de Santa Fe, y otro terremoto el 28 también de magnitud 4,4.
El IGN detalla que todos han sido "fuertemente sentidos" en numerosas localidades cercanas al epicentro, así como en la capital granadina, y llegaron incluso a ser percibidos en algunas localidades de las provincias de Málaga, Almería, Córdoba y Jaén.
Desde ese día 23 de enero y hasta este mismo viernes, el IGN ha contabilizado 1.836 terremotos, 31 de ellos de magnitud superior a 3, a los que hay que sumar los temblores registrados a partir del 1 de diciembre.
Tras la reactivación hace un mes de la serie sísmica, el Instituto Geográfico Nacional, que tiene instaladas en la provincia de Granada de forma permanente tres estaciones sísmicas de velocidad y 22 de aceleración -8 de ellas en torno a la zona donde se están produciendo los terremotos-, ha recibido más de 39.000 cuestionarios a través de su página web y aplicación móvil.
Hasta el momento se han registrado daños no estructurales como grietas en el enlucido de inmuebles, caída de falsos techos, azulejos y fisuras, además de numerosas caídas de objetos en varias construcciones dentro de la zona epicentral.
Los edificios con daños más generalizados, correspondientes a intensidad VI, han estado muy localizados en la zona del Instituto de Educación Secundaria Vega de Atarfe, antigua laguna y posteriormente rellenada para su urbanización, hecho que -según el IGN- podría explicar que los daños sean mayores ahí que en el resto de Atarfe.
En declaraciones a Efe, la sismóloga del Red Sísmica Nacional Arancha Izquierdo ha explicado que la sismicidad registrada se enmarca "dentro de lo esperable" en la zona, ubicada en el sector central de las cordilleras Béticas, una de las regiones con mayor actividad sísmica de la península Ibérica y fruto de la convergencia entre la placa Africana y Euroasiática.
"No se puede saber lo que va a pasar, pero entra dentro de lo normal. No podemos esperar que la actividad se acabe de golpe, es una zona muy activa sísmicamente", ha dicho esta experta, que apunta apunta una relativa "calma" aunque sin ninguna certeza futura.
"Cuando hablas con los geólogos los escalas de tiempo son otras, muy distintas a las de la ciudadanía general", ha concluido.