La Resurrección y la Victoria de la vida sobre la muerte han hecho florecer este 17 de abril los corazones cofrades en un Domingo de Resurrección en el que la capital se ha echado a la calle para acompañar a los hermanos de la Cofradía del Señor Resucitado y María Santísima de la Victoria.
Había muchas ganas de conmemorar la Pascua con la Cofradía celebrando su manifestación pública de fe, después de un 2019 en el que la lluvia dejó en la Basílica Menor Parroquia de San Ildefonso a la Hermandad y un 2020 y 2021 sin procesiones por la pandemia del Covid-19.
Las puertas del templo se abrieron para despedir a la última Cofradía con sede canónica en la Basílica, en una Semana Santa celebrada con fe, devoción y fervor por las hermandades de Pasión y Gloria de la capital, que han procesionado en el cortejo que precedía al Señor Resucitado, con representantes de sus juntas de Gobierno. Así fue los primeros años de procesión de la Cofradía, fundada en 1987, y este 17 de abril, Domingo de Resurrección de un 2022 muy esperado, ese gesto de celebración conjunta de la Resurrección ha vuelto a las calles de la ciudad.
La Cruz de Guía abrió camino a una procesión que sumó la participación de un importante número de niños, entre las filas de hermanos de luz y especialmente como ‘capelinas’, que con sus cortos pasos y de la mano, acapararon todas las miradas, reafirmándose ésta como una Cofradía joven. Sus costaleras, muy emocionadas, mecieron al Señor Resucitado con amor, gozo y alegría desde que pusieron el primer pie en la calle. Se conmemoró un Domingo Santo que cerró el Triduo Pascual, la fiesta más importante para los cristianos.
Acompañado por los soldados romanos el paso siguió su camino y detrás de él, María Santísima de la Victoria, que como novedad ha lucido en su palio, con cera rizada en su candelería y bambalinas del mismo color dorado de los hermanos de luz.
Además, la Virgen estrenó diversas piezas que enriquecieron su ajuar, fruto de las donaciones de sus devotos. Lució un antiguo encaje de Brujas como tocado y unos puños de antiguo encaje de Bruselas. En su mano derecha portó sus azucenas restauradas y plateadas, y en su muñeca, una pulsera de metal dorado y perlas. Además, estrenó una cruz pectoral de plata enriquecida con perlas y una aguamarina. En su fajín lució una nueva cruz de metal dorado y piedras verdes. Ambos pasos vistieron un exorno floral que provocó una explosión de colores, embellecido por la luz del sol en un Domingo de Gloria con altas temperaturas.
En un itinerario de poco más de cuatro horas y media, la Cofradía derrochó luz en su procesión. La mañana de este 17 de abril ha sido el culmen de un fin de semana preparatorio, con un sábado de Gloria en el que se recuperó la tradición del reparto del ochío pascual solidario, cuya recaudación se destinó a la bolsa de caridad de la Cofradía.