La poesía le ha permitido universalizar todo lo que le rodea y lo ha posicionado como uno de los autores jienenses más reconocidos a nivel nacional, por una pluma con la que plasma versos realistas, sociales, lejos de modas, en los que está muy presente la provincia de Jaén.
Manuel Ruiz Amezcua (Jódar, 1952) es poeta desde su juventud. “Parece que estaba predestinado a la poesía”, recuerda, valorando la importancia de las amistades de entonces, como la que entabló con Antonio Muñoz Molina, entre otros, que “te iban moldeando por las lecturas y charlas que compartías”.
Hoy día, explica, lo que él experimentó es “más difícil” porque “el sistema educativo ha degenerado”. Dice: “La Literatura no se da como asignatura independiente y las lecturas no tienen ni la profundidad ni la intensidad de antes. La sociedad ha tomado un camino por el que se hojea y ojea, cuando la Literatura, la lectura y cualquier actividad intelectual exigen reflexión, silencio y apartarte del bullicio del mundo”. Lo dice un filólogo que ha ejercido 35 años como profesor de Secundaria de Lengua Castellana y Literatura en institutos y que sigue defendiendo que “la poesía está hecha para todos”.
Todo lo que ha vivido y ha querido expresar ha encontrado “un cauce natural” en la escritura, siendo ésta “una forma de satisfacción de todas las aspiraciones que tienes a la hora de reflejar el mundo que te rodea”, puntualiza este poeta, escritor y ensayista.
Con 22 años vio la luz su primer poemario, ‘Humana raíz’; y ya son más de catorce los publicados. ‘Una verdad extraña’ (Poesía 1974-2018) incorpora sus últimos libros publicados y poemas inéditos. “El primer impulso para escribir poesía ha sido mi afán por convertir en palabras mi conocimiento y experiencia”, confiesa.
Poeta de minorías, se considera un escritor “libre”, de los que no hacen propaganda a ningún poder. “La poesía no es un mundo de rosas. Está sometido a las mismas corrupciones que la vida en general. Si quieres ser libre, tienes que afrontarlo todo desde la soledad. Hacer propaganda a los poderes que dominan todo es lo más fácil del mundo”, confiesa un poeta que no se deja llevar por el buenismo. “Hay que hacer un buen poema. No hay que decirle a la gente lo que quiere oír”, reivindica.
En mayo vio la luz ‘Variedades’, un libro en el que recopila más de cien artículos publicados en prensa por el desaparecido Fernando Fernán Gómez, desde 1999 a 2005; y la semana que viene presentará ‘Las reliquias de un sueño’, su nuevo poemario. “Es un fresco histórico”, adelanta.
Incluye más de treinta poemas que tratan de “abrir voces”, con los que Ruiz Amezcua aborda el “fracaso que en la Historia ha tenido muchas veces el pensamiento ilustrado”. Úbeda está presente con dos poemas y la capital jienense con ‘Paseo por el cielo’, un poema en el que recuerda los bombardeos de 1937.
Nuevamente, su obra se presenta como un “fresco de lo universal”. Dice: “Siempre he tratado de universalizar lo que me rodeada. La cultura sirve para expresar un mundo y otro y, a partir de ahí, universalizarlo”. Así lo ha hecho cuando ha escrito versos sobre la obra del arquitecto renacentista Andrés de Vandelvira; sobre la belleza monumental de Úbeda y Baeza o sobre la realidad social de su Jódar natal.
Vecino de la capital, considera que “en esta ciudad las posibilidades culturales no son muchas”. Señala: “Jaén pierde cada año población. Sus más de cien mil habitantes dan para mucho, pero no hay una actividad cultural intensa”.
Entre sus próximos proyectos, Ruiz Amezcua plantea la edición de un disco con el que se ponga voz y música a sus poemas sobre la provincia. Para este trabajo, aún sin presentar, propone a las cantaoras Carmen Linares y Estrella Morente y otras voces no flamencas. “Jaén tiene unos valores universales que hay que poner de manifiesto. El disco daría a la provincia el lugar que merece”, dice.
Es de esos poetas que considera que aún le queda “todo por decir” con sus versos y seguirá escribiendo, con el objetivo de que quienes lean su obra, “disfruten”.
Termina: “Procuro disfrutar con todo lo que escribo. Me siento cómodo en la prosa y el ensayo, pero la poesía, que tiene sus caprichos, exige una dedicación y reflexión especial”.