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Lunes 11/11/2024
 

Jerez

El compromiso en el nuevo curso del agua

El suministro del agua en baja no consiste sólo en hacerla llegar hasta los domicilios, sino en lograrlo sin pérdidas. La expansión de los municipios ha obligado a ampliar las redes de distribución

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A la hora de analizar la gestión del suministro de agua a un municipio, ésta puede dividirse en dos etapas diferenciadas. La primera es la que comprende lo que se denomina como “suministro en alta”. Esta etapa abarca desde la captación, conducción y tratamiento de potabilización del agua hasta su almacenamiento en los depósitos de cabecera. La segunda es la que contempla todo el “suministro en baja” y hace referencia a la distribución del agua de consumo desde la estación de tratamiento de agua potable o los depósitos de cabecera hasta la acometida de cada usuario . 
La primera de las etapas ya fue abordada con numerosos detalles en la primera entrega de esta sección, dedicada a la captación y potabilización del agua, por lo que la mayor parte de este recorrido por entregas en torno a la gestión del ciclo integral del agua estará centrado en esta ocasión en el suministro en baja, que constituye el núcleo central de la gestión del abastecimiento de agua en cualquier ciudad.
En este sentido, sí podemos diferenciar que el suministro “en alta” es el ámbito natural para la acción o cooperación supramunicipal, mientras que el suministro en baja corresponde ya a las entidades municipales o concesionarias del servicio en cada ciudad.
Hasta llegar al abastecimiento partimos de un proceso de captación y potabilización que concluye en el almacenamiento del agua dispuesta para su distribución a una población determinada. En este sentido, el servicio de abastecimiento de agua potable, seguido del posterior saneamiento, debe realizar las operaciones necesarias para su correcta prestación, que de forma resumida, son las siguientes: gestión y explotación de las infraestructuras, mantenimiento y conservación, control de la calidad del agua potable, optimización de las infraestructuras y recursos y servicio de un sistema de control y telegestión.
A este respecto cabe añadir que los objetivos de las empresas que gestionan el agua, tanto públicas como privadas, son minimizar las pérdidas en las redes; incentivar el ahorro en cantidades concretas; aplicar un sistema tarifario progresivo; y asumir, como aspecto básico, que el agua para uso urbano tiene un carácter no consuntivo. Esto quiere decir que es necesario depurar para que, aproximadamente, el mismo volumen de agua urbana sea reutilizable en determinados usos agrícolas e industriales.
En el caso de la provincia de Cádiz, cada municipio cuenta con una empresa -pública o privada- que es la responsable de la distribución del agua que recibe en alta desde el Consorcio de la Zona Gaditana (responsable de la calidad y potabilidad de nuestras aguas hasta los depósitos de almacenamiento) a los distintos domicilios que cuentan con suministro contratado en la ciudad.
Como ya contamos, el agua que distribuye el Consorcio a la población de la provincia para su consumo, una vez potabilizada, tiene su origen en dos embalses, Los Hurones y Guadalcacín. En ambos casos son gestionados actualmente por la Agencia Andaluza del Agua.
Desde cada uno de ellos, el agua comienza una larga travesía a través de una amplia red de tuberías hacia las cuatro plantas de tratamiento de las que dispone el citado Consorcio, para transformarla en agua apta para su consumo.
Cuando el agua llega a las plantas de tratamiento, comienza un profundo proceso de limpieza y depuración, que pasa por diferentes fases, precloración, tratamiento con carbón activo, ajuste del pH, coagulación, floculación, decantación, filtración y desinfección final. Una vez potabilizada, el agua se distribuye hasta los depósitos de almacenamiento de los núcleos urbanos.

Los depósitos
Los depósitos están destinados a garantizar el suministro de agua potable, independientemente de la capacidad de producción y de la demanda a los consumidores, ya que el agua potable está almacenada en depósitos que permiten regular y adecuar los volúmenes de agua disponibles. Por regla general, están ubicados en puntos elevados, lo que permite su distribución por gravedad sin tener que recurrir al bombeo.
Ese agua potable almacenada en los depósitos se suministra posteriormente a los consumidores a través de la red de abastecimiento.
En este sentido, el cuidado y atención de la red de abastecimiento es fundamental para evitar posibles fugas que supongan pérdida de agua potable; identificar en el mínimo plazo posible cualquier avería que suponga una interrupción del suministro; reparar o remplazar con la mayor premura cualquier canalización defectuosa para garantizar la cantidad y la calidad del agua suministrada a los consumidores; realizar mejoras que garanticen el suministro; y mantener el nivel de los depósitos para asegurar un suministro de agua óptimo.
En general, las redes de distribución establecidas en los núcleos poblacionales, son de tipología mallada, posibilitando con ello, suministro alternativo a las distintas calles o zonas ante incidencias por intervenciones programadas o averías -en el caso de Jerez, por ejemplo, la longitud total de la red necesaria para el abastecimiento de la ciudad y sus núcleos urbanos es de 772, 21 Km-.

Un caso práctico: Chiclana
El suministro de agua en baja del término municipal de Chiclana de la Frontera comprende toda la gestión de la red de distribución del agua hasta las acometidas de los usuarios, siendo Chiclana Natural, S.A., la encargada de ello.  En Chiclana se distinguen tres redes principales de distribución que forman el entramado general del municipio, en función del ámbito de actuación y de los depósitos de procedencia: la Red de distribución del núcleo urbano, la Red de distribución de la zona de La Barrosa, y la Red de distribución de la zona de La Banda.
La Zona núcleo urbano es la red inicial del municipio. Fue construida en 1968 y parte del depósito general regulador situado en el Naverito. Se trata de una red mixta, construida en fibrocemento, PVC y polietileno, que cuenta  con unos 380 km de longitud.
La red de la Zona La Barrosa surgió como consecuencia de la expansión urbanística del municipio, que se vio en la necesidad de ampliar las infraestructuras de la red de abastecimiento a finales de los ochenta. Desde la red general de Confederación Hidrográfica del Guadalquivir se realizó una toma a los depósitos situados en el cerro de la Espartosa. De éstos parte la red principal y a partir de aquí se ramifica.
Además de los tramos anteriores, en la zona norte del núcleo, conocida como La Banda, aprovechando la presión que trae el agua en alta en la conducción general de la CHG, se realizan tomas directamente a través de una tubería de PVC de 315 mm de diámetro. Debido a la gran dispersión de las viviendas y a la tipología edificatoria caracterizada por un coeficiente de edificación muy bajo y proliferación de zonas ajardinadas privadas y públicas, la longitud de la red de distribución es extremadamente larga (más de 290 km), lo que provoca que las operaciones de mantenimiento necesiten de un elevado coste económico y humano para su buen funcionamiento.

La función del Consorcio de Aguas en la distribución

A la salida del agua de los embalses, el Consorcio de Aguas de la Zona Gaditana realiza el primer tratamiento del agua (preoxidación), basado en la adición de un compuesto químico denominado permanganato potásico, que contribuye a la eliminación de hierro, manganeso, algas, plancton, hongos y bacterias. Además es un producto químico excelente para la eliminación de sustancias orgánicas que le dan al agua mal olor, color y sabor.
Posteriormente, el agua comienza una larga travesía a través de una amplia red de tuberías hacia las cuatro plantas de tratamiento de las que dispone este Consorcio de Aguas, para transformarla en agua apta para su consumo.
Una vez potabilizada, el agua se distribuye desde las cuatro plantas de tratamiento hacia los diferentes municipios que conforman la Zona Gaditana, a través de conducciones de gran diámetro que transportan el agua a presión hasta los depósitos de almacenamiento de los núcleos urbanos. Cada municipio dispone, de uno o varios depósitos, generalmente ubicados en puntos altos de su orografía donde se almacena y distribuye el agua potable a los hogares gaditanos. En estos depósitos se lleva a cabo una nueva cloración del agua, al objeto de garantizar aún más la calidad higiénico-sanitaria del agua antes de suministrarla para su consumo.

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