En el XVIII, se nos vendió la idea de progreso y ahí seguimos teniéndola como un dogma de fe. Pero no todo va en el mismo paquete, ahí están los móviles, los coches que aparcan solos y las investigaciones en células madre, por ejemplo. Socialmente la historia parece moverse en círculos.Hemos necesitado tres siglos de lucha social para volver al siglo XVII, el llamado “Siglo de oro” español. En el siglo de Góngora y Quevedo, se sufrió una gran crisis económica, malas cosechas y desabastecimiento de alimentos.
Paradójicamente en la sociedad tuvo unos resultados paralelos a los de la crisis del XXI. Los nobles (díganse los ricos de ahora) se enriquecieron aún más, la baja nobleza se empobreció (la clase media ha bajado un escalón,algunos con muy mal pie) y los artesanos, campesinos, etc. (clase obrera) aumentó y sufrió grandes necesidades, escasez de alimentos, dificultades para acceder a ellos, hambre.
La concentración de la riqueza en pocas manos nos sirve igual para definir la situación económica de ambos siglos. La polarización de la sociedad, entre unos cuantos que tienen mucho y una mayoría que sufre pobreza, dejando en medio una débil clase media muy menguada. La forma de afrontar la situación también es la misma: la caridad. Los pobres del XVII eran necesarios para llevar a los ricos al cielo, las limosnas los redimían. ¿Cómo se redimen los millonarios del XXI? Ahora la caridad se canaliza a través de los Bancos de alimentos que lejos de ser una solución temporal, se institucionalizan, se hacen elementos permanentes. La macroeconomía mejora, la microeconomía da empleos que no te quitan de la cola de recogida de comestibles. Con los nuevos sueldos de entre 600 y 800 euros, se procura pagar alquiler, luz, agua… pero para comer no dan.
En las grandes cumbres internacionales se da por hecho que el desempleo será un problema endémico, se perpetuarán altas cifras de desempleados. ¿Se perpetuará también la caridad? Los obispos repartiendo panes para que el pueblo no se levante y asalte los palacios. Hemos podido ver a los partidos políticos participando en recogidas y repartos. La sociedad española no hace reparos, ve con buenos ojos estas campañas. ¿No hay nada mejor que esperar de la clase política?
Los que ingresan al mes miles de euros critican la renta mínima porque según ellos sólo sirve para desincentivar la búsqueda de trabajo y atraer inmigrantes. Unido a esa frase: “muchos no salen de la pobreza porque no se saben administrar”. No quiera Dios que la mayoría de la población sea a la vez manirrota y vaga. De eso deben hablar en los almuerzos-reuniones políticas de trabajo en hoteles y restaurantes.