En los últimos años, nos visitan con mayor frecuencia determinados eventos climáticos extremos, sin que acabemos de estar preparados para evitar sus efectos deletéreos sobre nuestra salud. Las temibles olas de calor no sólo son recurrentes, sino que se acompañan de temperaturas más elevadas y duraderas. La exposición a altas temperaturas aumenta el riesgo de padecer golpes de calor, además de obligar al corazón a trabajar más y en peores condiciones, incrementando la posibilidad de infartos, arritmias e insuficiencia cardíaca, particularmente en las personas mayores.
Termorregulación
Este proceso biológico, esencial para la vida, consiste en el mantenimiento de la temperatura corporal. Cuando la temperatura interna se eleva en exceso nuestras proteínas -macromoléculas formadas por aminoácidos que constituyen los “ladrillos” del organismo cuerpo- se inactivan y/o degeneran, deteniendo su función, lo que conlleva una irremediable parada cardiaca y cerebral.
El hipotálamo es el centro cerebral que funciona como un termostato y mantiene el equilibrio entre la producción y la pérdida de calor. Esta importante región de nuestro encéfalo, aparte de vigilar que la temperatura corporal se mantenga entre 36,5°C – 37°C, se ocupa de nuestras emociones, la regulación del agua corporal y la sed, la producción de hormonas y del ciclo circadiano (vigilia y sueño).
La investigación científica sobre la denominada zona termoneutra humana, o rango de temperatura en el que el metabolismo en reposo proporciona suficiente energía para mantener nuestro cuerpo alrededor de 37°C, es motivo de creciente atención por parte de diversas instituciones. El mantenimiento de la temperatura corporal óptima requiere un consumo energético diario de alrededor de 1.000 calorías, o sea, casi la mitad de lo que consumimos. Esto explica lo esencial para la vida humana que es conservar la temperatura estable y constante (dentro de un rango tan pequeño).
Los mecanismos fisiológicos ante los diversos estímulos del calor o frío incluyen la vasodilatación, vasoconstricción, pérdida de calor (termolísis), producción de calor (termogénesis), sudoración o temblor.
Por encima de una temperatura ambiente de 28°C, los procesos metabólicos de nuestro cuerpo en reposo producen suficiente calor para mantener la temperatura aproximadamente en 37°C. Por debajo 28°C, denominada temperatura crítica baja, necesitamos gastar mayores cantidades de energía para generar calor y mantener la temperatura central. La termogénesis temblorosa es un mecanismo clave para lograr que nuestro cuerpo contraiga de manera rápida e involuntaria diversos grupos musculares para producir calor. Las altas temperaturas ambiente provocan la temperatura critica alta que obliga a nuestro organismo a reaccionar mediante la sudoración y vasodilatación de las arterias periféricas.
Corazón y calor
La exposición prolongada a las temperaturas elevadas activa el mecanismo de la termorregulación, que incrementa la sudoración y dilatación de los vasos sanguíneos periféricos para reducir la temperatura corporal. Estas acciones, en principio beneficiosas, pueden provocar deshidratación y disminuir de forma significativa la tensión arterial hasta producir mareos y, en casos extremos, pérdida de conocimiento o golpes de calor. Las principales causas de mortalidad durante las olas de calor se relacionan con las enfermedades cardiovasculares, cerebrovasculares y respiratorias. Debe tenerse en cuenta que la deshidratación persistente origina una hemoconcentración -aumento del hematocrito, es decir, la proporción de glóbulos rojos por volumen sanguíneo-, lo que favorece los accidentes tromboembólicos -coágulos-.
El corazón se ve afectado por la pérdida de líquidos -deshidratación- y, además el calor produce una vasodilatación de todo el sistema arterial, haciendo la circulación más lenta. La temperaturaambiente superior a 34ºC puede conducir a un aumento constante de la frecuencia y alteraciones cardíaca en ambientes húmedos; esta alteración es conocida como tensión cardiovascular.
Para determinar el riesgo cardiovascular, investigadores del Department of Kinesiology, Pennsylvania State University (EE.UU.) hicieron que 51 participantes voluntarios jóvenes y sanos realizaran actividad física ligera dentro de una cámara ambiental, cuya temperatura y humedad aumentaban cada 5 minutos. Analizaron la temperatura central de cada persona, la temperatura de sus órganos internos y la frecuencia cardiaca, utilizando sensores dentro de cápsulas que habían tragado antes del estudio. A medida que la cámara se calentaba, la frecuencia cardíaca de los participantes aumentaba y continuó incrementando tras el experimento, lo que indica la presencia de la tensión cardiovascular. En ambientes húmedos, los participantes que caminaban lentamente experimentaron tensión cardiovascular cuando la temperatura era de alrededor de 34°C, mientras que cuando el aire ambiente estaba seco, ese umbral se presentaba al alcanzar los 41°C. La tensión cardiovascular siempre comenzó unos 20 minutos antes de que las temperaturas centrales de los participantes comenzaran a aumentar.
https://doi.org/10.1152/japplphysiol.00222.2023
Se ha encontrado una relación directa entre la exposición prolongada al calor y la mortalidad de origen cardiovascular. Recientemente, un metaanálisis comprendiendo 25 estudios clínicos demostró que las temperaturas elevadas se asociaron con un aumento del 1,3 por ciento en la mortalidad cardiovascular, incrementando de forma significativa en personas mayores de 65 años o personas con problemas de salud cardiovascular.
Algunas recomendaciones conocidas
Una de las claves para evitar que el calor nos afecte es hidratarse muy bien, incluso aunque no se tenga sed. Debemos tener en cuenta que una pérdida de líquido mayor de 1 por ciento del peso corporal puede dar lugar a una reducción del rendimiento físico y la capacidad de controlar la temperatura corporal. Cuando la deshidratación es de 5 por ciento del peso corporal se observa disminución grave del rendimiento físico y desorientación, y cuando la deshidratación provoca una pérdida del 10 por ciento o más del peso corporal puede provocar la muerte.
Evitar la exposición solar durante las horas centrales del día (entre las 12 del mediodía y las 4 de la tarde), usar ropa adecuada al clima y al nivel de actividad que se vaya a realizar, y evitar el consumo de alcohol, ya que altera mucho la regulación de la temperatura corporal.
En cuanto al ejercicio, el corazón de las personas con insuficiencia cardiaca tiene menor capacidad de reserva para eliminar el calor del cuerpo y puede sobrecargarse con facilidad, por lo que deben evitar cualquier deporte en condiciones ambientales calurosas y húmedas.
Estas recomendaciones, que tantas veces hemos escuchados de nuestros médicos, resultan imprescindibles para sobrevivir durante estas olas de calor que invaden nuestros veranos portadores de nuevos récords históricos de temperaturas ambientales sobrecogedoras.
“La salud es la justa medida entre el calor y el frío”
Aristóteles (384 a.C. – 322 a.C.) – Filósofo y científico griego