El domingo hacía recuento de todas las
elecciones municipales que he vivido desde este lado del teclado. Ya van ocho. Una muesca más en el revólver. Recuerdo la primera porque era novato y me impactó el desaforado entusiasmo-nerviosismo con que se vivía el recuento en las sedes de
PP y PSOE. También porque el resultado final se decidió por solo seis votos de diferencia y quien empezó a celebrar la victoria se dio cuenta un minuto después de que la
Ley D’hont había dado validez al gol del adversario en el descuento. Hubo trasvase de emociones y el alcalde electo salió a hombros de su sede después de algún que otro amago de infarto entre los integrantes de su lista -el por qué a algunos les va la vida en ello cuando se trata de unos comicios es uno de esos grandes misterios que, en el fondo, pueden responderse por sí solos, aunque después lo reduzcan a un “dios es justo”, como dijo en directo en una ocasión un edil reelegido-.
En cada una de esas ocho ocasiones he aprendido algo. Siempre aprendes algo; incluso cuando llevas la lección aprendida, como en esta ocasión: hace unas semanas recordé lo que había dicho José Luis Sanchís, uno de los gurús de la consultoría política en nuestro país, en una entrevista:
“Lo importante es la demoscopia, porque la intuición falla”. La intuición falla porque es subjetiva. Los datos no.
En el caso de Jerez, la demoscopia decía, por un lado, que el PP rozaba la mayoría absoluta; por el otro, que todo se iba a decidir en el último momento en función del peso del bloque de la izquierda o de la derecha: el famoso 14-13 o 13-14. La intuición que pesó hasta casi el último momento tenía más que ver con lo que decía la segunda, la de la incertidumbre; es decir, la errónea, la que apuntaban la mayoría de titulares.
Pero es que incluso las encuestas que manejaba el PP, que otorgaban mayoría suficiente a Pelayo, apuntaban a una buena valoración de la gestión municipal del PSOE, como una sombra de desconcierto entre la satisfacción general. Al final llegó Michavila y le dio la razón a Sanchís. La intuición, salvo que sea muy evidente -y ajena a la emoción de las siglas-, y en este caso no lo era, falla. Lección aprendida.
La intuición, además, da algunas cosas por hechas, como que al tratarse de unas elecciones municipales solo se tiene en cuenta la situación a nivel local y el grado de conocimiento de los candidatos, incluso las variables que pueden derivarse de cierta tendencia en el voto a partir de comicios recientes, en este caso las autonómicas de hace casi un año, cuando el PP logró su histórica victoria en Andalucía.
Y aún así,
no fue hasta el último momento, en la recta final de la campaña, cuando empezó a hacerse evidente que el desgaste ocasionado por Pedro Sánchez a las siglas del PSOE iba a tener su repercusión en las municipales. Recordaba Rosa Belmonte esta semana que las siete ciudades españolas elegidas por el presidente del Gobierno para hacer campaña han terminado con derrota de los socialistas; entre ellas Jerez, por supuesto, donde
el equipo de Mamen Sánchez no esperaba una penalización electoral para la que no encontraba motivos a nivel doméstico.
De hecho,
si comparamos los datos de las municipales con los de las autonómicas, el PP ha perdido más de 1.400 votos con respecto a 2022 y el PSOE ha logrado casi 9.000 más. Datos que pueden validar el peso de la gestión -insuficiente frente al castigo a Pedro Sánchez y el auge del PP-, pero que también evidencian la falta de entusiasmo que, por ejemplo, sí ha congregado
Patricia Cavada en San Fernando entre su electorado para alcanzar la mayoría absoluta -ojo:
utilizando el verde como color corporativo y su apellido por encima de la marca PSOE-.
Habrá que tenerlo en cuenta para dentro de cuatro años, si Dios quiere -en este caso no se trata de si es justo o no-. Mi hija me dio la clave este domingo. Era la primera vez que votaba. No lo tenía claro, pero me contó que
todo el mundo le decía que no votara “ni al PSOE, ni a Vox”. Más que un consejo, ahora se antoja casi como una premonición de lo que puede pasar el 23J, aunque las premoniciones entran también en el terreno de la intuición.