Los dos acusados de asesinar a un joven que medió en una pelea en Málaga capital en 2017 a la salida de una discoteca han admitido que le golpearon, pero han asegurado que "jamás" pensaron que podía morir, coincidiendo en que le advirtieron de que no se metiera en la discusión previa porque no era cosa suya. Además, han insistido en que esa noche tomaron mucho alcohol y cocaína.
Un jurado popular juzga esta semana a cuatro procesados --un quinto está en rebeldía-- en relación con la muerte en abril de 2017 de un joven que acababa de cumplir 22 años. La Fiscalía y la acusación particular que representa a los padres achacan a dos jóvenes un delito de asesinato y a otros dos por uno de encubrimiento.
El día de los hechos, la víctima salió para celebrar sus 22 años y fue a un local donde estaban los acusados, uno como portero y los otros como clientes. El joven medió para "apaciguar los ánimos" en una pelea en la calle, poniendo una mano en el torso a uno, tras lo que recibió por detrás "de forma sorpresiva violentos puñetazos" supuestamente por parte de otros dos acusados y luego patadas estando en el suelo.
En sus declaraciones, estos dos acusados han admitido que le golpearon, pero uno ha dicho que solo dio un puñetazo y el otro que fue una vez con la mano abierta en el cuello y una patada; asegurando ambos que no fue por detrás. Según su versión, insistieron al joven y a su amigo para que no se metieran en la pelea en la que ellos mediaban, pero no lo hicieron, incluso han señalado que la víctima amenazó a uno de ellos y empujó a otro chico que estaba allí.
Los dos han dado el pésame a la familia, han pedido perdón y han dicho sentir "mucho" lo ocurrido, pero han reiterado que "en ningún momento, jamás en mi vida imaginé la gravedad de la situación, ni en el peor de mis sueños pensé que iba a pasar esto por un golpe", ha declarado uno de ellos, quien ha señalado que no es practicante de boxeo, sino que solo ha dado algunas clases.
En este sentido, uno ha afirmado que en ese momento pensó que "había sido una tontería", pero en cuanto supo que no era así habló con su familia para contactar con un abogado para entregarse, algo que iba a hacer cuando fue detenido. El otro acusado ha declarado que "pensaba que no había sido nada" y volvió dentro del local, negando que estuviera escondido o pendiente de lo que pasaba fuera.
Ambos han asegurado que no tuvieron conciencia hasta tiempo después de lo que había ocurrido y han negado que pensaran en fugarse; de hecho, uno ha dicho que tiene doble nacionalidad --americana y española-- y "si quisiera me podía haber ido"; mientras que el otro ha manifestado que cuando supo que lo buscaba la Policía se presentó en la Comisaría para aclarar lo ocurrido.
También han declarado los otros dos acusados, en este caso de encubrimiento, quienes también han dado el pésame a la familia y han dicho que aquello "nunca debió haber pasado". Ambos se han desvinculado de la pelea y han negado que ayudaran a ocultar lo sucedido a la Policía o a esconder a los otros dos, coincidiendo en que no supieron hasta tiempo después la gravedad de lo sucedido.
La Fiscalía solicita 18 años de prisión para dos de los acusados de un delito de asesinato y dos años de cárcel para otros dos jóvenes por encubrimiento; mientras que la acusación particular, que representa a la familia del fallecido, eleva a 20 años de prisión la petición de pena para los dos principales procesados y pide también dos años de cárcel para los otros dos.
Para el ministerio fiscal, el joven estaba "indefenso y sin capacidad de reacción" cuando recibió los golpes dado el alcohol que había ingerido en la celebración de su cumpleaños, dice la acusación pública. Según la autopsia, el cuerpo presentaba varias lesiones craneales y una hemorragia cerebral masiva que "conduce a la muerte encefálica".