La utilización de la tecnología de hibridación en los automóviles se está extendiendo a todos los segmentos del mercado, pero la más lógica es la utilizada en los vehículos que por su configuración física y sus elevadas motorizaciones consumen y contaminan más.
Así, la hibridación de todocamino de gran tamaño como el BMW X5, siempre dotado de trenes de potencia con muchos caballos, tiene oportunidad y toda la lógica, ya que aporta beneficios que le ponen en situación ventajosa frente a las versiones equipadas con motores diesel, la preferidas de los clientes de este modelo por su ventajoso consumo frente a las de gasolina.
El empleo del sistema híbrido en el X5, primero que utiliza BMW en la producción en gran serie (el i8 fue el primero pero se trata de un deportivo exclusivo, llamativo y poco funcional frente a un SUV), llega con la nueva entrega de este modelo, su tercera generación, introducida en el mercado a mediados de 2015 con algunas novedades relevantes, como los primeros en configurar con tracción a dos ruedas.
La versión híbrida, a simple vista apenas se diferencia del resto de la gama. En la parte trasera la grafía eDrive descubre su naturaleza y en la aleta delantera izquierda se puede ver la compuerta del enchufe de recarga.
Las proporciones de esta tercera generación del X5 están determinadas por el mínimo voladizo frontal, una gran distancia entre ejes, la posición casi vertical de los montantes A y la pequeña distancia entre el eje delantero y el salpicadero.
En la parte frontal la parrilla ovoide doble característica de la marca está más realzada, es más ancha y llega a los grupos de luces dobles, que mantienen la esencia del diseño óptico de BMW, en este caso dotados de iluminación por diodos (LED) en la luz de día, en cruce y carretera.
Una seña de identidad característica del nuevo X5 es la adopción del sistema aerodinámico denominado Air Curtain, que consisten en dos aberturas en el frontal del vehículos que dirigen el aire a través de los pasos de ruedas delanteros adelante.
La silueta del nuevo X5 es menos pesada en esta nueva generación. La línea de carácter es ascendente desde los faros y a partir de las salidas air breather el efecto de hendidura de la carrocería hasta la zona trasera crea una perspectiva dinámica que divide la superficie en distintos planos que juegan con la proyección de la luz.
El interior del X5, manteniendo los principios bien reconocibles de BMW, ha seguido la tendencia de las últimas creaciones de la marca, con un adelgazamiento del tablero de a bordo, que, además, parece ahora menos recargado.
La percepción de calidad a bordo es muy elevada, con materiales de calidad y ajustes en los que BMW es líder en el mercado. Nada suena a bordo.
Vista su nueva naturaleza estética, la enjundia en esta tecnológica versión híbrida enchufable está en el tren de potencia, ya experimentado a bordo del i8, aunque cambia la naturaleza de algunos elementos, como es el caso del motor de combustión, en este caso el gasolina 2.0 de cuatro cilindros, que hace una entrega de potencia de 245 caballos y par motor de 350 Nm disponible a partir de un régimen muy bajo, en concreto desde las 1.350 revoluciones.
El segundo elemento clave del tren de potencia es el motor eléctrico, en este caso uno sincronizado que ha sido integrado en la caja de cambios, la Steptronic de 8 velocidades, que además de ayudar a la impulsión cumple la función de alternador de recuperación de energía para almacenar en el acumulador de energía.
El motor eléctrico, con 250 Nm de par motor disponibles desde cero, entrega una potencia de 83 kW, que son 113 caballos.
La batería del sistema eléctrico, de ión-litio y ubicada bajo el suelo, en la zona posterior del SUV, tiene una capacidad energética bruta de 9 kWh, que permite cumplir con una autonomía homologada de 31 kilómetros en funcionamiento cien por cien eléctrico, aunque en condiciones reales de conducción este rango está por debajo de esos 31 km oficiales.
La batería, a la vez, nutre de corriente a una batería de bajo voltaje a través de un convertidor de tensión, para la red de los dispositivos de a bordo de 12 voltios.
Para la recargarla, el coche puede conectarse a cualquier toma de corriente convencional, a una BMW i Wallbox o a estaciones de recarga públicas.
La planta híbrida del X5 proporciona al sistema de tracción total xDrive una potencia combinada de 313 caballos, capaces de mover con mucha suficiencia este pesado SUV que puede superar las 2,3 toneladas.
El rendimiento del sistema se sitúa en 3,4 litros cada 100 kilómetros, lo que supone una emisión de CO2 de 78 gramos por kilómetro.
En carretera, el consumo se eleva al ser mayoritario el tiempo en velocidades en los que sistema híbrido es menos eficientes, de modo que el fabricante sitúa el consumo por debajo de los 11 litros. En nuestro test el consumo en estas circunstancias llegó a la media de 9,8 litros.
Frente a sus alternativas con motorización diesel y potencias similares, el balances es claramente favorable para este híbrido, mientras en gasolina no hay discusión posible porque el diferencial es abrumador.
Aunque potencialmente el X5 xDrive 40e puede competir con toda las opciones diesel del segmento, lo cierto es que el primero híbrido de BMW ya se incruste en un pequeño segmento de híbridos SUV de alta clase, aunque dos de sus competidores aún tardarán unos meses en ser recibidos por el mercado.
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La hibridación lógica
El empleo del sistema híbrido en el X5, primero que utiliza BMW en la producción en gran serie, llega con la nueva entrega de este modelo, su tercera generación.
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