Ser política en Japón es una carrera de obstáculos o una plataforma para impulsar avances en uno de los países con menor tasa de participación de la mujer. Una candidata a la oposición y una parlamentaria relatan a EFE su experiencia en la política japonesa.
La oficina de la candidata Chiharu Takeuchi, de 53 años, rezuma actividad y entusiasmo en la mañana del domingo previo al inicio de la campaña electoral.
Una veintena de personas de todas las generaciones -dos niñas acompañan a una joven madre- trasiegan entre las pilas de carteles electorales que llamarán al voto en las calles de Chiba, provincia agrícola aledaña a Tokio.
Takeuchi es una de los 1.051 candidatos a la cámara baja del Parlamento japonés, una de 186 mujeres (18 %) que aspira a sentarse en el próximo Gobierno, formado por 456 representantes.
MUJERES CON BARRERAS
En los comicios de 2017, las mujeres electas resultaron un 9,9 %, situando a Japón en el puesto 165 de 192 países en la clasificación "Mujeres en parlamentos nacionales" de la Unión Interparlamentaria (UIP), en Ginebra.
"¿Por qué estamos a la cola del mundo a pesar de tener tantas mujeres formadas y preparadas en el país?", se pregunta Takeuchi para a continuación dar algunas pistas.
"En Japón es difícil alzar la voz o posicionarse, si la mujer resalta demasiado o se empodera no está bien visto, somos subordinadas y casi no hay mujeres liderando".
Como candidata por el Partido Constitucional Democrático opositor quiere romper las barreras que frenan a las japonesas, como "la sobrecarga en los cuidados y crianza" o "el dominio absoluto de los hombres en el parlamento".
"La política cambia la sociedad, pero sin mujeres políticas, es un círculo vicioso y nada cambia", explica de un sistema donde los hombres nunca dejan el partido ni se retiran, aumentando la brecha generacional y de género, con un partido anquilosado donde "resulta muy difícil para las mujeres entrar".
Takeuchi buscó dar el salto a las urnas hace un año, tras una brillante carrera en la abogacía y como profesora universitaria.
"Cuando enseñaba, una joven vino a consultarme sobre el acoso sexual que padecía en la empresa. A pesar de ser ella la víctima, asumía que debía dejar el trabajo, y eso me impulsó a convertirme en abogada", cuenta.
Ahora cree que no es suficiente actuar con casos individuales, sino que "hay que abrir la política a la gente y principalmente a los jóvenes que cada vez votan menos. Si logramos un equilibrio de poder con una oposición fuerte, quizá cambie Japón".
El Partido Liberal Democrático (PLD), con más de seis décadas dirigiendo Japón, es la formación con menor tasa de candidatas a estas elecciones (9,8 %).
En 2018, con un 13,7 % de mujeres en las dos Cámaras, el gobierno de Shinzo Abe promulgó una ley instando a establecer objetivos numéricos de paridad de género en las formaciones para alcanzar el 30 % de representación femenina en 2020, algo que no se ha logrado.
"Esta ley no es vinculante, se queda solo en palabras", comenta esta candidata del principal partido opositor, con 18,3 % de mujeres en sus filas.
MUJERES CON ESCAÑOS
Para Hiromi Takase, de 39 años, el viaje a la política resultó ser a la inversa.
"Tenía mi trabajo soñado de diplomática y ninguna intención de abandonar mi carrera", relata del momento en que su vida dio un giro y la llevó al escaño que ocupa desde 2016 en la Cámara Alta del parlamento japonés.
La formación budista Komeito, en coalición con el gobernante PLD, la llamó porque en su región natal de Kyushu, al sur del archipiélago, "no había ninguna mujer candidata a las elecciones, algo que estaba mal", relata.
"Era mi hora de cambiar y contribuir por las mujeres de mi región. Esa fue mi mayor motivación", afirma esta política.
"Es el momento para que las mujeres brillen en sociedad", continúa Takase haciendo mención al frecuentemente utilizado eslogan del PLD durante el mandato de Abe para abogar al cambio.
Cinco años más tarde, Takase se siente satisfecha por los pasos que se están dando y describe avances que mejoran la vida de las japonesas.
"En 2019 logramos la gratuidad de las guarderías para niños de tres a cinco años, un cambio importante. Decidimos también que el seguro social cubra parte del coste de los tratamientos de fertilidad, para facilitar la maternidad a las trabajadoras", dice.
Por último, hace hincapié en lo que considera un "gran impacto en la sociedad", cuando en 2022 una nueva ley obligue a las empresas a cooperar para que los empleados soliciten la baja de paternidad.
Japón presume de tener la mejor baja de paternidad del mundo, según UNICEF, pero muy pocos hombres (7,8 %) hacen uso de este derecho.
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Ser política en Japón, una minoría arañando escaños por un cambio
La oficina de la candidata Chiharu Takeuchi, de 53 años, rezuma actividad y entusiasmo en la mañana del domingo previo al inicio de la campaña
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