Tras el masivo varamiento ocurrido el miércoles y por el que han fallecido más de 200 ejemplares
Las autoridades australianas tratan este viernes de salvar a las últimas ballenas piloto varadas en una remota isla de Tasmania, tras el masivo varamiento ocurrido el miércoles y por el que han fallecido más de 200 ejemplares.
Un "pequeño número de ballenas" volvió a quedarse anoche atoradas en zonas poco profundas, horas después de haber sido arrastradas mar adentro, indicó Brendon Clark, controlador de incidentes del departamento de Recursos Naturales y Medioambiente de Tasmania, en el suroeste del país.
"Desafortunadamente, una de las ballenas varadas murió y otra tuvo que ser sacrificada”, apuntó hoy Clark en un comunicado.
Además del rescate de los animales que han vuelto a quedar atrapados, las autoridades remarcan que el operativo también se centra en otras tres ballenas varadas en una zona poco accesible de la playa Ocean Beach de la bahía de Macquarie, también conocida por los lugareños como las "Puertas del Infierno".
Unas 230 ballenas piloto quedaron varadas hace dos días en esta remota costa australiana, de las cuales 200 murieron y 32 fueron trasladadas el jueves a aguas profundas mediante el uso de grúas y botes, pero un número indeterminado regresó a la playa.
"La prioridad hoy es rescatar y liberar a las ballenas restantes junto con cualquier otra que pueda volver a encallar, antes de que el equipo comience a concentrarse en las operaciones de transporte y eliminación de unas 200 ballenas fallecidas”, señaló Clark.
Este masivo varamiento se produjo exactamente dos años después de que unas 470 ballenas piloto, también conocidas como calderones, se quedaran varadas en este mismo lugar, de las cuales solo un centenar pudieron ser rescatadas y llevadas a altamar.
El incidente en la bahía de Macquarie se produjo un día después de la muerte el martes de 14 cachalotes tras quedar varados en una playa de la sureña isla King, también en la región de Tasmania.
Estos y otros mamíferos marinos quedan varados con frecuencia en las costas del sur de Australia y de Nueva Zelanda, sin que los expertos hayan logrado esclarecer los motivos, aunque los suelen atribuir a enfermedades, errores de navegación, cambios repentinos en las mareas, la persecución de depredadores o a condiciones meteorológicas extremas.