La participación histórica del 84,6 por ciento registrada este jueves en el referéndum sobre la independencia de Escocia, un total de 3,61 millones de votos de los 4,3 millones de electores registrados para la cita, confirma el acierto de las expectativas generadas ante una cita que decidirá el futuro de Reino Unido y cuya convocatoria ha garantizado ya un incremento del autogobierno escocés.
El récord de personas inscritas para responder en las urnas a la pregunta "¿Debería Escocia ser un país independiente?", un 97 por ciento de los mayores de 16 años que tenían derecho a voto, anticipaba ya una participación histórica que las colas registradas en los 2.608 colegios no han hecho más que confirmar.
En línea con el aumento de la temperatura que la cita había registrado en las últimas semanas, Escocia vivió este jueves en un estado de agitación propio de un momento histórico. Los dos bandos enviaron en masa a contingentes de voluntarios para garantizar la normalidad del proceso y los incidentes han sido mínimos, a pesar de que Yes Scotland (Sí Escocia) ha sido acusado de prácticas intimidatorias.
En Londres, por su parte, los partidos británicos mantuvieron un perfil bajo y el primer ministro, David Cameron, ha preferido mostrarse al margen de una jornada en que el aparato de Westminster ha querido que todo el protagonismo se quede en Escocia, a pesar de que la decisión se espera con inquietud debido a las consecuencias políticas, económicas e institucionales para el conjunto de la unión.
Tanto Yes Scotland como Better Together se han comprometido a respetar el resultado y, de hecho, el Acuerdo de Edimburgo firmado por Cameron y Salmond el 15 de octubre de 2012 para autorizar el referéndum incluye una disposición especial, la Cláusula 30, para garantizar que los dos contendientes lo aceptan y trabajan por los intereses de Escocia y del resto de Reino Unido.