La Comisión Europea (CE) respira hoy aliviada tras conocerse el resultado negativo del referéndum en Escocia sobre su independencia del Reino Unido, al tiempo que mantiene su cautela y afirma que "no quiere extrapolar" esa situación a otras que puedan producirse en la Unión Europea (UE).
"Doy la bienvenida a la decisión del pueblo escocés de mantener su unidad con el Reino Unido", dijo el presidente de la CE, José Manuel Durao Barroso, en una declaración escrita en la que también afirmó que "este resultado es bueno para la Europa unida, abierta y fuerte que la Comisión Europea apoya".
La CE, agregó, "se felicita porque durante el debate habido en los últimos años, el Gobierno escocés y los escoceses han reafirmado repetidamente su compromiso europeo".
La portavoz del Ejecutivo comunitario, Pia Ahrenkilde, insistió en ceñirse al "resultado concreto" del caso escocés porque "no tiene nada que ver con otros procesos internos" y porque "ya hay un resultado concreto, claro, tangible. Ya no hay campaña ni proceso".
Declinó pronunciarse sobre los desafíos independentistas que se plantean en Europa y el daño que el separatismo planteado en algunos Estados miembros podrían hacer a la Europa unida y fuerte que la CE defiende, cuestiones que calificó de "escenarios especulativos hipotéticos".
"Digo lo que piensa la CE y el presidente Barroso, que creen que hace falta una Europa unida, fuerte y abierta. Ese es su caballo de batalla y es lo que defiende la CE, es su filosofía fundamental", señaló la portavoz en una conferencia de prensa.
Preguntada por el caso concreto de Cataluña, subrayó que "las posiciones respecto a otros países miembros como España no han cambiado. Ya lo hemos dicho y no hay más comentarios al respecto".
Barroso ha señalado reiteradas veces que si una parte de un Estado miembro alcanzase la independencia pasaría a ser un "tercer país" con respecto a la Unión y dejaría de pertenecer a ella.
También ha afirmado que un nuevo Estado independiente, por el hecho de alcanzar la independencia, pasaría a convertirse en un tercer país con respecto a la UE y los Tratados dejarían de ser aplicables en su territorio.
El Ejecutivo de la CE, guardián de los tratados europeos y encargado de vigilar su cumplimiento, ha subrayado en numerosas ocasiones que la independencia de cualquier región de un Estado miembro de la UE obligaría al nuevo país a solicitar el ingreso si quisiera continuar dentro del bloque.
Barroso también ha repetido reiteradas veces que si una parte de un Estado miembro alcanzase la independencia pasaría a ser un "tercer país" con respecto a la Unión y dejaría de pertenecer a ella.
Para el presidente saliente de la CE un nuevo Estado independiente, por el hecho de alcanzar la independencia, pasaría a convertirse en un tercer país con respecto a la UE y los Tratados dejarían de ser aplicables en su territorio.
"Hay una posición de la Comisión que ya se ha expresado" respecto al resultado del referéndum escocés, se sumó la portavoz del presidente electo del Ejecutivo comunitario, Jean Claude-Juncker.
"Respeto y doy la bienvenida a la elección expresada por los escoceses", afirmó por su parte, el presidente permanente del Consejo Europeo, el belga Herman Van Rompuy, en un comunicado en el que se congratuló porque tras esa decisión, "Reino Unido seguirá unido".
Menos cauteloso respecto al impacto que el sí a la secesión en Escocia hubiera tenido para el panorama europeo se mostró el comisario europeo de Comercio, el belga Karel De Gucht, que consideró que hubiera sido "un terremoto político de la naturaleza del imperio soviético".
Una vez celebrado el referéndum escocés, Bruselas tiene por delante otro reto relacionado con el Reino Unido: el compromiso hecho en enero de 2013 por su primer ministro, David Cameron, de que si gana las elecciones de 2015, convocará un referéndum sobre la pertenencia británica a la Unión.
Sin mencionar la situación, Van Rompuy lanzó hoy el mensaje de que "el Reino Unido es y será un importante miembro de la Unión Europea en beneficio de todos los ciudadanos y de todos los Estados miembros de la UE".
Reino Unido se sumó en 1973 a la entonces Comunidad Económica Europea y desde entonces sus relaciones han pasado por etapas más o menos tormentosas, alimentadas por un creciente euroescepticismo y en las que Londres ha ejercido su decisión de aplicar exenciones a la normativa comunitaria cuando le ha convenido.