El primer debate de política general de la legislatura estuvo protagonizado por la nueva batería de iniciativas ante la crisis que Zapatero planteó al Congreso con la mano tendida al consenso y por los reproches de Rajoy, que sigue considerando que el principal “lastre” de la economía es el propio presidente del Gobierno.
Entre las nuevas actuaciones, destaca la desaparición de la deducción fiscal por compra de vivienda a partir de 2011 para las rentas superiores a 24.000 euros anuales y el compromiso del Ejecutivo de apoyar con 500 euros la compra de un coche si las comunidades autónomas aportan la misma cantidad y los fabricantes otros 1.000 euros.
Zapatero también anunció una rebaja durante tres años de cinco puntos del Impuesto sobre Sociedades para las pymes con menos de veinticinco trabajadores que tengan una facturación de menos de cinco millones de euros, por la que tributarán al quince por ciento, siempre que mantengan o aumenten su plantilla.
Dicha rebaja, prometió el presidente, será también aplicada en el IRPF de los autónomos que conserven a sus asalariados.
Además, Zapatero adelantó un plan para informatizar los colegios de forma que cada escolar cuente con un portátil.
Son todo medidas destinadas, según manifestó el jefe del Ejecutivo, a cambiar el modelo productivo del país y a lograr una economía sostenible, por lo que también habrá 25.000 millones destinados a proyectos medioambientales, tecnológicos y sociales.
Para Rajoy, sin embargo, las propuestas son “aisladas y fragmentarias” y se “quedan cortas” tanto en fiscalidad como en ayudas al automóvil.
La reforma de la deducción por vivienda tampoco suscitó el consenso, ya que para el PP supone dar “la puntilla” a la clase media española y llega en el momento menos oportuno, ya que durante la crisis es más difícil acceder a un crédito para comprar una casa.
Frente a su rechazo, Zapatero le aseguró que las deducciones han sido precisamente uno de los principales motivos del crecimiento descontrolado del precio de la vivienda y apostó por equiparar los beneficios fiscales de la compra y el alquiler.
Rajoy, convencido de que el estado de la nación se resume en los cuatro millones de parados, exigió una reforma laboral pero, como no detalló su contenido, Zapatero le acusó de no atreverse a hacerla pública y le instó a confesar si sería como el decretazo de 2002.
“O se tiene un programa o no se tiene, o se tienen ideas o no se tienen, o se atreve uno a subir a la tribuna y decir cómo quiere que sea la reforma laboral o no se hace”, criticó el jefe del Ejecutivo, para quien el líder del PP “sólo es maestro en perder elecciones”.
Zapatero y Rajoy también se enzarzaron en una discusión sobre las previsiones económicas equivocadas y sobre el aumento del gasto público para afrontar la crisis.
En su discurso, el presidente del Gobierno reconoció los sucesivos errores a la hora de hacer previsiones económicas, pero rechazó que se le pueda acusar, como hizo Rajoy, de intentar engañar a los españoles para ganar las elecciones del año pasado.
Acusó además al principal partido de la oposición de “jalear” los malos datos económicos y de “aprovecharse” políticamente de la crisis, una acusación que Rajoy pidió que retirara.
Además, el líder del PP exigió gastar “menos y mejor”, ya que el Gobierno alardea de ser el que mayor esfuerzo presupuestario hizo frente a la recesión, por detrás de Arabia Saudí, y es el que ha obtenido “peores resultados”.
Otra de las medidas anunciadas por Zapatero es en el ámbito del turismo. El presidente del Gobierno confirmó que el Plan Renove del turismo tendrá una dotación adicional de 600 millones de euros. Zapatero explicó que la dotación inicial del plan, de 400 millones de euros, se ha agotado en un solo mes, por lo que se ha decidido ampliarla.