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El "granero" de Rusia toca otras puertas para exportar al mundo

En la ciudad de Vorónezh, unos 500 kilómetros al sur de Moscú y 250 al este de la frontera con Ucrania, numerosas fábricas recogen las materias primas del campo

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  • Panes listos para hornear en Vorónezh. -

En las fértiles tierras de Rusia que sirven de "granero" para el país y el resto del mundo, la exportación de cereales básicos se combina con otras prometedoras actividades agrícolas a las que todavía les falta recorrido.

En la ciudad de Vorónezh, unos 500 kilómetros al sur de Moscú y 250 al este de la frontera con Ucrania, numerosas fábricas recogen las materias primas del campo de los alrededores para transformarlas en productos alimentarios.

La que dirige el ruso Valery Chesinsky produce harina de trigo que compran a grandes productores de la zona y elabora 30 tipos de pan y galletas que exportan a otras partes del país y a antiguas repúblicas soviéticas.

Con una capacidad de 15.000 toneladas anuales, en los últimos años han invertido en la renovación del equipamiento y en la modernización de su oferta.

El último paso ha sido abrir un laboratorio en la misma fábrica con apoyo de la universidad local, cuyo responsable, Yazibek Magomedov, indica a Efe que están trabajando en los estándares de calidad del grano y en nuevas tecnologías que permitan hacer el pan en un máximo de 40 minutos.

"El procesamiento de alimentos es la espina dorsal de la producción agrícola. Para nuestra industria no solo son importantes las materias primas, sino también los productos que se elaboran a partir de ellas para satisfacer las necesidades locales", asegura Chesinsky en una visita a las instalaciones.

Rusia es uno de los mayores exportadores de grano junto a su vecina Ucrania, entre otras cosas por el clima templado y la calidad de sus suelos negros, de alto contenido en carbono orgánico, algo que pocos países poseen.

Según la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), entre 2017 y 2018 las exportaciones de cereales rusos alcanzarán previsiblemente una cifra récord de 43 millones de toneladas, un 20 % más que en la pasada temporada, debido sobre todo a la fuerte demanda mundial de trigo.

Los cereales son parte de la base sobre la que se han levantado otras industrias como la cárnica o la láctea.

El director general del conglomerado Molvest, el mayor grupo ruso de procesamiento de lácteos, Anatoly Losev, señala que su negocio se ha extendido mucho más allá de las plantas con las que empezaron operando con leche.

En ese sentido, el embargo ruso impuesto a los productos alimentarios occidentales, de tintes proteccionistas y en respuesta a las sanciones adoptadas contra Moscú por su injerencia en Ucrania, no ha podido salirles mejor.

"Ante el déficit de leche importada, hace cuatro años cambiamos de estrategia y pasamos a producir nuestra propia leche, que ya representa una cuota del 20 %", asegura Losev, quien se mostró satisfecho de que sus productos hayan ocupado el hueco dejado por otras marcas en los estantes de los supermercados rusos.

Ahora sus empresas acaparan 56.000 hectáreas de tierras, donde producen alfalfa y otros piensos con los que alimentar a sus 24.000 vacas (tienen hasta un centro de mejoramiento genético para animales), además de vender una parte del forraje a terceros países.

La industria alimentaria es, junto a la mecánica y la química, un pilar de la economía de la región de Vorónezh.

Su gobernador, Alexander Gusev, destacó esta semana en un acto oficial que son el "granero de Rusia" y se encuentran entre sus mayores productores de pan, carne y lácteos.

"Estamos invirtiendo en nuevos modelos de desarrollo para apoyar en el futuro la producción", indicó el responsable, que animó a transformar las zonas rurales "reforzando la cooperación".

El especialista de la FAO Clayton Campanhola afirma que en este momento Rusia busca la autonomía alimentaria y, al no importar alimentos de muchos países, ha desarrollado más su agricultura.

"Sus negocios agrícolas son enormes, (el país) está invirtiendo para mejorarlos, pero todavía necesita diversificarlos más" para no depender de unos pocos productos, detalló.

Preservar el medioambiente, manejar mejor los recursos naturales, limitar el uso de químicos, actuar frente el cambio climático y promover alimentos más sanos son otras de las recomendaciones, según Campanhola, que insta a mirar menos al mercado y más a la agricultura ecológica.

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