Nervión

Publicado: 16/01/2024
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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El mayor enemigo que le han buscado a la conservación del Patrimonio es la forma de valorarlo. En primer lugar necesita una antigüedad su protección...
El mayor enemigo que le han buscado a la conservación del Patrimonio es la forma de valorarlo. En primer lugar necesita una antigüedad para obtener algún tipo de protección, toda construcción que tenga menos tiempo aunque goce de suficientes características artísticas, “no es digno” de ser conservado, con lo cual su espacio puede ocuparlo libremente cualquier construcción ramplona y adocenada. Pero esas a nadie se les ocurre sustituirlas ¿para qué? sin duda será tan ramplona y de mal gusto como la anterior, si a alguien se le antojara sustituirla.

En segundo lugar con la excusa de no reconstruir un edificio deformado por la acción del tiempo, nuestros munícipes se niegan a terminar lo que aún no está terminado, por ejemplo, la fachada plateresca del Ayuntamiento. Por último se valoran los edificios de forma individual, con criterio anti artístico, se desprecian lugares, esquinas, conjuntos que complementan una personalidad común con sus vecinos, pero “no alcanzan” el grado para contemplar que su sustitución por una pared lisa, por ejemplo, destroza la belleza y el carácter de ese conjunto.

Esto último viene afectando hace tiempo al barrio de Nervión, dónde con toda impunidad y connivencia se sustituyen edificios de valor artístico por “cajas de zapatos con ventanas”. Pero es que Nervión no tiene antigüedad suficiente para su conservación y por tanto se puede destruir como si hubiera sido bombardeado. Ni los destructivos visigodos fueron capaces de ser tan destructivos como estos amigos del tiralíneas y las paredes de escayola.

Siempre hemos sostenido que hay muchos, muchísimos lugares en Sevilla para lucirse (vaya lucimiento) con el tipo de construcción considerada contemporánea. En cambio el derribo de uno o varios chalet para en su lugar poner un edificio tipo Bauhaus hace perder su fisonomía y su personalidad. Si por lo menos fuera Bauhaus, pero también eso ha pasado de moda, “está obsoleto”, para arquitectos faltos de un mínimo de imaginación  “amigos de lo funcional” como si darle formas hiciera al edificio no funcional. A este paso pronto Nervión será un recuerdo para postales antiguas y el barrio habrá perdido todo su estilo y su gracia, además de soportar unos servicios insuficientes al aumentar la población.

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