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Patio de monipodio

El negocio del siglo

Como “negocio del siglo” se viene considerando el pelotazo, aunque ese negocio no sea del siglo sino del ciclo. Del ciclo que los “afortunados” hacedores de...

Publicado: 14/02/2024 ·
12:18
· Actualizado: 14/02/2024 · 12:18
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Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

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Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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Como “negocio del siglo” se viene considerando el pelotazo, aunque ese negocio no sea del siglo sino del ciclo. Del ciclo que los “afortunados” hacedores de negocios y de ciclos, decidan cómo va a ser. Cuánto va a durar. En ese aspecto en el Estado español sí que han dado con la tecla sin ni siquiera acercarse a ningún instrumento musical porque el gran negocio no lleva música, tan alejada de la cuestión dineraria, que Mozart murió pobre, Beethoven sordo y Bizet no llegó a conocer el éxito de Carmen, su ópera más exitosa. La música, cuando es música no es un pelotazo, así que dejémosla al margen, que los pelotazos están en el futbol profesional y en otras actividades menos deportivas (menos todavía). El negocio del siglo, del pasado y del que (mal) vivimos es el ser humano.

No es nuevo, porque el mercadeo de personas, mejor dicho, con personas se da desde la Edad antigua. Cada vez con medios más sofisticados, es cierto, porque la esclavitud no existe legalmente, pero esta frase es de las que arrancan la hilaridad en cierto grupo de poderosos quienes por lo visto nacieron sin bilis. Ese reducido grupo capaz de reír ante una expresión como decir “la esclavitud no existe” es quien más sabe de esto, de las dos actividades más nocivas y coincidentes en jugar con el ser humano sin que el ser humano pueda participar en el juego. El mundo va a gran velocidad camino de imponer de nuevo la esclavitud, por eso nada mejor que llevar la gran ruina a la mayoría, que ya se está viendo obligada a someterse crisis sobre crisis.

De las dos formas de llevarlo a cabo una, la guerra empezó con el mundo, cuando sustituyó al diálogo una quijada de asno, que le debía sentar muy bien al que con ella asesinó a su hermano. Ya hemos cambiado mucho desde las primeras etapas hasta la actual, en que se puede matar a distancia. La otra es la sanidad. Las empresas privadas se frotan las manos pensando en el pelotazo de acabar con la sanidad pública. Claras diferencias con un mismo fin, porque una gran mayoría no podrá acudir al médico. Pero a la población de la tierra “hay que ponerle freno”, ya ha “crecido demasiado”.

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