Ni hay un
problema de desabastecimiento general de bebidas alcohólicas ni las incidencias puntuales registrados hasta ahora afectan de la misma manera al conjunto del sector. El director ejecutivo de la
Federación Española de Bebidas Espirituosas (FEBE), Bosco Torremocha, apela a la tranquilidad y
desmiente titulares publicados en los últimos días que alertan de que España puede quedarse
sin suministro hasta Navidad que le recuerdan a “los bulos” que se pusieron en circulación cuando se decretó el estado de alarma que llevaron a muchas familias a comprar papel higiénico en grandes cantidades.
De hecho, aunque admite que la situación está siendo analizada al minuto y
existe incertidumbre, prevé que las dificultades que están encontrando productores y distribuidores de determinadas categorías y marcas
se resolverán en un plazo de dos o tres semanas.
Por otra parte,
niega que esta situación se deba a un aumento exponencial del consumo, que cayó entre un 30% y un 50% durante el pasado año y no volverá a niveles prepandémicos
hasta, al menos, 2023.
“Las roturas de stock se están produciendo por un
cúmulo de causas”, apunta. En primer lugar, el sector sufre todavía las consecuencias de las
restricciones para atajar el Covid, que llevó al cierre de bares, restaurantes y hoteles durante meses. “La cadena de suministro
redujo las existencias” al no existir demanda o verse reducida drásticamente, “y, como es lógico,
se acompasó la fase de demanda”. Ahora, vuelta a la normalidad,
“hay un pico de aprovisionamiento” por parte de los negocios que la oferta cubre con dificultad.
Las bebidas espirituosas no escapan al
colapso mundial del transporte. “Un contenedor valía hasta hace poco 1.800 dólares y ahora cuesta diez veces más”. Con todo,
el problema no es solo poder pagar la factura, sino el tiempo por los cuellos de botella en los puertos y, consecuentemente, en carretera. El
post Brexit, que está resultando difícil de digerir en despachos aduaneros de la frontera, el
encarecimiento de la energía y la falta de materias primas, desde vidrio a cartón, complican aún más la tan deseada recuperación de la actividad.
Torremocha destaca que
España es un gran hub en la fabricación y líderes en la producción de ginebra y brandy, pero matiza las informaciones que apunta a que las marcas nacionales saldrán beneficiadas de esta situación porque “hay 3.800 centros” en el conjunto del país, el 80% de ellos pymes y micropymes,
con circunstancias particulares cada uno.
En el caso de dos de los principales productores nacionales, de raigambre andaluza, las perspectivas son optimistas. Augusto Haupold, presidente del
grupo Rives, garantiza una provisión para atender a sus clientes con un
aumentos según el producto del 50% al 60% a pesar de que sus ginebras tienen mucha demanda en EEUU o Reino Unido, gracias a la destilería centenaria de El Puerto. Rocío Osborne, directora de Comunicación de
Grupo Osborne, explica, por su parte, que
han ampliado plazos de stockaje a sus proveedores, su destilería le garantiza la producción e incluso vender a terceros y están asumiendo la subida de costes para evitar trasladárselo a los consumidores. En cuanto a vídrio, no tienen problemas de suministro, porque las empresas han decidido suministrar a los grandes productores como su firma.