aestas alturas y visto lo que se ve y se escucha en los Plenos de la Corporación -a Fernando León es la segunda vez que lo expulsan de la sesión, aunque en esta ocasión no lo secundó su grupo- lo único claro que se puede sacar de los ordinarios y los extraordinarios (plenos, naturalmente) es lo que sale adelante con la intención de cumplirlo. O sea, que el estruendo de la batalla se puede quedar en simple anécdota si lo aprobado sirve para algo, que ya es mucho.
La petición de un crédito de cuatro millones de euros para comenzar la rehabilitación del Ayuntamiento es, alaracas aparte, una buena noticia para la ciudad, sea el proyecto el que estaba y sea por fases para hacerlo y para pagarlo.
Lo que no es de recibo es que el principal edificio de la ciudad, Bien de Interés Cultural y monumento constitucional, estén en las condiciones que está, teniendo que ser sometido periódicamente a obras de urgencias para que no se caiga a pedazos y envuelto en la polémica de quién paga los platos rotos, quién no puso el dinero cuando le tocaba y quién se haya podido equivocar en los planteamientos para perder unos cuantos meses más.
Y es una buena noticia porque va a suponer comenzar lo que lleva años parado, además de que las obras generarán empleo, para isleños o chiclaneros o para cestellonenses, según cómo se haga o se pueda hacer y dentro de un tiempo los isleños podrán dejar de sentir vergüenza ajena de ver su ayuntamiento como está.
Pero no hay que olvidar una cosa que lleva olvidada mucho tiempo. Se trata de un Bien de Interés Cultural y es muy triste que tenga que ser un ayuntamiento con menos dinero que el que se está bañando el que tenga que hacer frente al coste total de las obras. Y ahora hay que mirar tanto a la Junta de Andalucía como al Ministerio de Cultura del Reino de España.
