Lo ocurrido en el Pleno ordinario del mes de noviembre -convertido en mucho más ordinario de lo que el mínimo buen gusto puede admitir- no tiene justificación alguna y quienes intenten buscársela sobre criterios participativos está equivocado y lo que es peor, están equivocando a quienes los secundan con otras intenciones muy distintas a los instigadores de tal atentado contra las instituciones.
Si además esos hechos se llevan a cabo aprovechando los problemas de una barriada en concreto o de cualquier colectivo al que dicen estar dispuestos a apoyar “luchando” junto a ellos, se convierten en una villanía impropia de quienes pertenecen a un partido político que ha conseguido levantar los ánimos de una sociedad despechada, aunque poco a poco se va demostrando que sus propuestas no era más que proyecciones demagógicas para conseguir votos. O sea, si no están de acuerdo con mi programa electoral, lo cambiamos y santas pascuas.
“Tomar por asalto el cielo” como predican algunos no significa tomar por asalto las instituciones democráticas, mucho menos justificándolas con un estallido de indignación vecinal o profesional de los que protestan cada mes en el salón de sesiones. Los que protestan cada mes y cada mes lo hacen dentro de las reglas, con algún que otro quiebro a la ilegalidad, pero sin pasar a mayores.
El 'asalto' al Pleno por parte de Podemos, porque llevaban sus camisetas en un claro intento de rentabilizar políticamente la situación desesperada de los vecinos de la barriada Bazán, sólo demuestra cuál es la verdadera catadura política de los que en San Fernando representan a la formación de Pablo Iglesias, el líder que dice querer centrar sus propuestas y al que le crecen los enanos quitándose las caretas.
