La noche comenzó con un sentido homenaje a Triana. El piano de Álvaro Ramos sirvió como único apoyo musical a la voz de Raúl Perea, en una actuación llena de humildad y calidad. El parecido con la voz de Jesús de la Rosa es tal que cerrando los ojos y dejándote llevar, sólo por esa voz, puedes intuir en tu mente la del mítico cantante desaparecido. Se fueron como llegaron, sin hacer ruido, pero dejando un regusto, a orillas del Guadalquivir, que te hace arder en deseos de disfrutarlos otra vez, lo antes posible.
Después de un breve espacio de tiempo en el que se adecuó el escenario para lo que llegaba, pasadas las once de la noche, con un calor sofocante y con más de cuatrocientas personas con ganas de de rock & roll, apareció en el escenario una formación clásica de este estilo musical. Dos guitarras, bajo y batería comenzaban a sonar en la Terraza Fanatic. Los primeros acordes de Marianne viajaban por el aire rivereño. La banda, sin su líder, calentaba motores y el público expectante empezaba a saborear la música, nuestra música. Y en esto, apareció el espíritu de Silvio en el escenario, Casimiro Relinque, vestido con traje gris, camisa blanca y corbata, rezumando respeto, responsabilidad, algunos nervios y una ilusión tremenda. Todo comenzó a fluir, el público respondió positivamente ante el reto de homenajear, que no imitar, a un personaje tan complicado, por su especial y única personalidad, sobre todo encima de las tablas.
La buena acogida de los presentes templó los nervios de Relinque, que al terminar la primera canción, y ya más tranquilo, lanzó al caluroso aire sevillano la frase “si esto sale mal podéis abuchearme a mí, pero si sale bien, entonces dad las gracias a Silvio”. Toda una declaración de intenciones que, basadas en el respeto al homenajeado y el rigor en la forma de interpretar las canciones, dejan meridianamente claros los propósitos de la banda. Tributar y homenajear a uno de los grandes del Rock patrio, un personaje peculiar que con sus nada convencionales formas cautivo a varias generaciones de sevillanos, primero, y andaluces y españoles después.
Rocking Tonight despejó las pocas dudas a los presentes. Sí, habría Rock and Roll ‘Questa noche’, y ya con gran parte del público coreando cada tema, empezaron a desgranarse históricas canciones como La Ragazza, Baila cadera, Sureños y Comida para perros. En una nueva pausa para respirar, tomarse un chupito y secarse el sudor, Casimiro Relinque invitó a subir al escenario a Emilia Pinzón, histórica cantante que solía corear a Silvio en varias de sus etapas, y juntos entonaron, con gran emoción, La Criaturas y sobre todo el himno, por excelencia, del repertorio silviano, el mil veces versionado Rezaré.
En ese momento de la noche la banda estaba completamente suelta, emocionada y creyendo en lo que estaban haciendo, Relinque interactuaba con los incondicionales, en un ejercicio básico, según sus ideas, para que este arriesgado proyecto se prolongue en el tiempo, y a fe que lo conseguirá, pues el primer paso esta dado, y con firmeza.
La pura Concepción, Ana no está, Betis y otras históricas composiciones, fueron llevándonos al TriTri Tristeza, con el que concluyó el concierto, pero la gente quería más y fue Música de oro y vos y un calurosamente acogido Margarita Marguerot, los bises que pusieron punto y final, con Un trago de Cerveza al que nadie dijo No, con la cabeza, a este homenaje y tributo al gran Silvio. Ahora más que nunca Avanti con la Guaracha.
