La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo (TS) ha confirmado la condena de ocho años y medio de cárcel impuesta a un hombre acusado de abusar sexualmente de la hija de 13 años de edad de su esposa en la vivienda que ambos compartían en Sevilla, todo ello tras conseguir que le hiciera masajes a cambio de un euro.
En un auto, al que ha tenido acceso Europa Press, el Supremo rechaza el recurso interpuesto por el imputado contra la sentencia de la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Sevilla que lo condenó a ocho años y medio de prisión por un delito continuado de abusos sexuales.
El acusado vivía en el mismo domicilio que la menor después de contraer matrimonio con la madre de ésta, de manera que, desde mediados de 2009 y hasta diciembre de 2010, "con intención de satisfacer sus deseos sexuales", aprovechó los momentos en que estaba a solas con la niña para ganarse su confianza poco a poco y conseguir que le hiciera masajes a cambio de un euro.
Al poco tiempo, el condenado consiguió que la menor llegara a masturbarle, pidiéndole que le acariciara los genitales e indicándole cómo debía tocarlos para llegar a la eyaculación, mientras que también aprovechaba estos encuentros para besarle en la boca y tocar sus partes íntimas, logrando además que le practicara felaciones.
DECLARACIÓN "PLENAMENTE CREÍBLE" DE LA VÍCTIMA
La sentencia ha tenido en cuenta, en primer lugar, la declaración de la víctima, que "es plenamente creíble" y "coherente", de manera que relató ante la Sala lo ocurrido "reflejando la angustia sufrida mientras narraba los hechos, circunstancia que pudo advertirse", un relato que ha sido corroborado por el informe emitido por el Equipo de Evaluación e Investigación de Casos de Abuso Sexual (Eicas).
Según este informe, la menor "presentaba indicadores significativos y compatibles con la situación de abuso que vivía", por lo que consideraba "altamente creíble" su testimonio, a lo que se suma la declaración de la madre de la víctima y también del padre de la menor, a quienes ésta contó lo sucedido.
Además, el padre de la víctima manifestó que la niña se encontraba "muy nerviosa e irascible" en los meses anteriores a descubrirse los hechos, mientras que el propio acusado reconoció que la menor le tocó el pene en tres ocasiones mientras se duchaba, "pero sin interpretarlos como tocamiento sexual".