La llegada del frío a la localidad sevillana de Estepa hace que sus calles huelan a mantecados, y que su tasa de desempleo baje del 10 %, aunque una actividad que hace a este pueblo famoso en toda España no tiene un origen documentado, aparte de las leyendas en torno al mismo.
Entre leyendas y realidad, el decanato de los mantecados en Estepa se lo "disputan" 'La Colchona', una fábrica en la que parece que no ha pasado el tiempo, y las monjas Clarisas estepeñas, que también mantienen una tradición por encima de las grandes fábricas del pueblo, más adaptada a los avances tecnológicos y a la producción en cadena.
Estepa ha sabido moverse en torno a sus mantecados con mucha vida paralela, por lo que no es raro ver los fines de semana sobre todo a multitud de personas visitando las fábricas, conociendo como nacen los famosos mantecados e incluso llevándose a casa algunas piezas realizadas por ellos mismos en visitas a fábricas como 'El Morenito'.
Puestos a desentrañar el misterio, lo cierto es que cualquier vecino de Estepa al que se le pregunta cita directamente a La Colchona, con lo que se guía al visitante al número 28 de la calle Santa Ana, donde es difícil hacerse a la idea de que en esa casa haya una fábrica de mantecados, hasta que se fija la vista en un cartel que informa: "La Colchona. Llamar al timbre".
La duda, eso sí, sigue una vez dentro, porque hay que atravesar una vivienda para llegar al patio, a una escalera y a la fábrica que en el siglo XIX abrió sus puertas, donde la gente es recibida por el gerente de la firma, Santiago Fernández Alfaro, que se encarga él mismo de la venta.
Fernández Alfaro, casado con una de las propietarios de La Estepeña, uno de los gigantes del sector, explica que sus mantecados "no llevan potenciadores de esencia", y muestra gráficamente que el sabor a limón es "porque esta mujer está raspándolo a mano, el horno no es propano, sino de leña..." con lo que de puertas para adentro parece que no ha pasado el tiempo en su casa.
"Todo comienza con Micaela La Colchona -era su apodo-, que se dedicaba a la matanza de cerdos, y pensó en aprovechar la manteca del despiece para hacer un dulce, lo que se unió al hecho de que su marido era cosario (repartidor), y realizaba el recorrido entre Estepa y Antequera vendiendo el producto, explica.
Cuando lo va explicando, la mente va recorriendo cada rincón de la fábrica, y, efectivamente, parece que no ha pasado el tiempo en un sitio donde las mujeres trabajan en una mesa camilla, y el horno se alimenta con el mismo tipo de leña de hace casi 200 años.
Una vez escuchada su explicación, toca visitar a las monjas Clarisas, que llevan más de cinco siglos en el pueblo, aunque los vecinos dicen que no son superados en antigüedad por los antecesores de La Colchona.
Es un convento de clausura, con lo que ellas están dentro, en sus labores, mientras tres mujeres les realizan la venta de forma voluntaria frente al torno por el que van saliendo los productos recién hecho.
Una de ellas dice que "hay dos leyendas, de las que una habla de que en el convento se hacen mantecados desde hace siglos", aunque no está documentada, mientras "que La Colchona sí se sabe que fue la primera empresa que los comercializó, así que a lo mejor las dos tienen hasta razón".
Con todo, el ganador de este ránking no parece preocupar en este pueblo, que desde octubre tiene todas las fábricas de mantecados en plena actividad, aunque a diferencia de las grandes empresas, La Colchona solo funciona tres meses al año, y cuando van llegando las fiestas, hace su tradicional envío de mantecados a la Casa Real, para cerrar cuando pasan los Reyes Magos y abrir sus puertas de nuevo al llegar el otoño.