Miguel Campello, El Chatarrero, llega a Sevilla para presentar su nuevo disco Agua, pan, amor y vino. Será en el marco del Festival Flamenkeando, el próximo 26 de mayo en el CAAC, Monasterio de la Cartuja. Completan el cartel bandas de calado, como Sabor a Calle y La Pompa Jonda. Miguel Campello atendió la llamada de
Viva Sevilla.
Inminente concierto en Sevilla. ¿Escucharemos los temas de su nuevo disco?
–Sí. Ante todo vamos a presentar el nuevo disco. Aunque también daremos un repaso a toda mi carrera, incluso algunos temas de El Bicho.
‘Agua, pan, amor y vino’. Cuatro sencillas y a la vez intensas palabras. ¿Necesita usted muchas más cosas para vivir feliz?
–En realidad seríamos felices con eso… aunque a veces los ojos ven mas allá, no los míos. Vivimos en una sociedad que mira más allá, pero con eso sobreviviríamos. De vez en cuando se podría añadir comer algo, un poco de aceite, aceitunas… También el amor. Pero en general, no sólo hacia una persona o la pareja. Solamente con que nos quitasen el agua se nos quitarían las ganas de mirar el teléfono y las redes sociales.
¿Qué diferencias hay entre la música de El Bicho y la de El Chatarrero?
–No lo sé. Mi proceso ha sido muy progresivo. Con El Bicho vivíamos todos juntos. Cuando estas solo es diferente. Con El Bicho hacíamos música en el local de ensayo, El Chatarrero es mas íntimo. Creo las canciones acompañado de la familia, son épocas diferentes pero no tienen porque ser músicas diferentes. La diferencia está en qué música escuchas en ese momento y quién te rodea. Influye todo. Los cambios políticos, sociales e incluso los meteorológicos.
¿Se siente asentado en el flamenco rock?
–Me siento identificado con ese movimiento. Te nombraré a algunas personas imprescindibles, como Gualberto o Sabicas, ellos comenzaron con esto de las fusiones. Está Raimundo Amador, que es un maestro en vida, pero también Bambino, Lole y Manuel y otros, que han marcado el camino. Me siento un privilegiado de pertenecer en este movimiento. Aunque no me siento del todo asentado. Se ha ido gente muy importante como Paco Lucía o Morente y no se le ha dado la importancia que realmente tienen. Vivimos en una época de bombardeo de información y todo pasa muy deprisa, no nos paramos a valorar cosas verdaderamente importantes. Antes comprabas un disco y era como un acontecimiento, ahora le pones un whasap a tu amigo y se lo envías… Yo no me salgo de ese saco, pero ahí están los fans para darle más importancia, o menos. No podemos pensar demasiado en el mundo globalizado. Yo por ejemplo ya no sé que soy, si cantante, cantautor, músico o no sé qué… (risas)
¿Hay límites en el mestizaje musical? ¿Hasta dónde puede llegar en esta aventura de fusión?
–Hay cosas que se salen de madre, pero todo entra y todo cabe, si se hace con respeto. Nos tenemos que comer muchas cosas, a veces mientras más tonta es la movida más repercusión tiene. La verdad es que no se quí hubiera hecho Miguel Hernández en esta época. Como decían Golpes Bajos, “son Malos tiempos para la lirica”. Yo me pongo límites hasta mi entendimiento. No haré nada que no me guste. Por ejemplo. Antes de cantar bulerías las estudie mucho, porque necesito ese respeto. Hasta que no he entendido algo realmente no me lanzo a ello. Hay que estudiar y mantener el respeto.