El próximo domingo 29 de marzo se recupera el horario de verano y los relojes se adelantarán una hora, de manera que a las dos de la madrugada serán las tres (una hora menos en Canarias), algo habitual de no ser porque en esta ocasión el cambio viene acompañado de una alarma sanitaria y 15 días de confinamiento.
A los efectos que el adelanto de la hora puede tener en el ritmo del sueño, la luminosidad o el consumo energético se une en esta ocasión, de manera excepcional, la ansiedad que puede provocar en algunas personas el confinamiento en sus hogares con motivo de la pandemia de coronavirus.
Una situación anómala que, según ha explicado a Efe el doctor Manuel Oliva, hace que ahora más que nunca sea necesario mantener nuestros hábitos ordenados en cuanto al sueño, la alimentación o el ejercicio físico y tener nuestro pensamiento "ocupado en cosas mas importantes" que el cambio de la hora como, por ejemplo, "seguir las instrucciones que nos dan y colaborar para frenar el contagio del virus".
Según este psicólogo, el estrés que podría provocar el confinamiento "no tiene por qué agravarse" con el adelanto de la hora, siempre y cuando mantengamos neutras costumbres, sigamos con nuestras rutinas y, sobre todo, nos quedemos en casa, aunque anochezca más tarde, porque solo así "lo podremos sobrellevar más o menos aceptablemente, sin caer en la desesperación".
Los más optimistas opinan que con el cambio al horario verano habrá 60 minutos menos de encierro en casa, tendremos una hora más de luz natural y se ahorrará energía, aunque en el último caso existen posturas discrepantes.
Según un informe de la Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo, los ahorros de energía son marginales y están fuertemente influenciados por factores externos como la geografía, la meteorología o el comportamiento de los usuarios.
En España, según el Ministerio para la Transición Ecológica, no existen informes actualizados ni experiencias contrastadas que permitan aseverar que el cambio de hora lleve asociados ahorros energéticos, pero lo que sí ha constatado el Centro de Investigaciones Sociológicas es que el 65 por ciento de los españoles prefieren el horario de verano al de invierno.
Las primeras disposiciones sobre el horario de verano se adoptaron en Europa en 1980 y desde el año 2000 una directiva europea estableció las reglas que marcan su inicio en marzo y su finalización en octubre, unos plazos que se siguen respetando escrupulosamente, a pesar de que cada vez suscitan más debate.
Tal es así que Europa ha retrasado hasta el año 2021 la anulación definitiva de los cambios de horario, aunque los países podrán elegir antes si permanecen en el de verano o en el de invierno, una decisión que España está pendiente de tomar.
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El domingo se adelanta una hora el reloj en mitad del confinamiento
A las dos de la madrugada serán las tres (una hora menos en Canarias)
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