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Todo está ferpecto

Pedro Sánchez reina

¿Está dispuesto Pedro Sánchez a impulsar una reforma de Estado de calado? No. Ya controla todos los resortes de poder del modelo actual. Hasta el Rey ha cedido

Publicado: 09/08/2020 ·
13:08
· Actualizado: 09/08/2020 · 20:36
  • Pedro Sánchez. -
Autor

Daniel Barea

Yo soy curioso hasta decir basta. Mantengo el tipo gracias a una estricta dieta a base de letras

Todo está ferpecto

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Del felipismo no queda absolutamente nada. El ex presidente ha liquidado buena parte de su prestigio en los últimos años mostrando una faceta mundana, incómoda para los socialistas más ortodoxos, puro en ristre, sobre la cubierta de un yate, con tripa desbordante y repelentes compañeros de negocios. Las bases del PSOE no se reconocen ya en un pasado que, visto desde la óptica de hoy, arroja más sombras que luces. La hoja de servicios prestados a España está emborronada por el terrorismo de Estado y la corrupción, clave para el desalojo de La Moncloa. En la actualidad, Felipe González tiene más predicamento entre el centro derecha que entre la izquierda. Su defensa del Rey emérito coincide en los términos y en la firmeza con la de Pablo Casado.

El PSOE hoy es Pedro Sánchez. Y Pedro Sánchez no tiene nada que ver con Felipe González. Absolutamente nada. El presidente del Gobierno es una versión 2.0 de José Luis Rodríguez Zapatero. Socialismo en estado puro. Republicano y federal. Rodríguez Zapatero fue capaz de entenderse con los partidos independentistas en Cataluña y Galicia para  establecer un cordón sanitario que dejaba al PP al otro lado, como si el PP fuera la anomalía democrática y no esa alianza que cuestionaba el régimen del 78 abiertamente.

Pedro Sánchez, en la misma línea, es presidente gracias al apoyo de partidos que cuestionan España. Entre quienes han aupado al líder socialista a la Presidencia del Gobierno está Arnaldo Otegi, un hombre de paz, según Unidas Podemos, en los tiempos de confusión que vivimos en general y de olvido e indignidad con las víctimas de  ETA, en particular.

No es de extrañar, por lo tanto, que Pedro Sánchez se haya esforzado en apuntarse el tanto de la salida del Rey Juan Carlos de España. La presión a Felipe VI, tal y como se ha ocupado el PSOE que se sepa, ha sido bestial. Y en esta línea sigue. La carta rubricada por el propio Pedro Sánchez a la militancia, en la que asegura que Juan Carlos “rendirá cuentas de su conducta”, lleva en sí misma un veredicto (culpable, claro). Es cierto que también aclara que las conductas irregulares “comprometen a su responsable y no a la institución”, pero, desde el Gobierno, ha logrado conceder un papel accesorio a Felipe VI durante toda la crisis sanitaria.

Pedro Sánchez sabe que los militantes están siempre, al menos, un paso más a la izquierda que la dirección del partido. Y teme que en esto, como en otras cuestiones de calado ideológico, Unidas Podemos se lleve el gato al agua.

¿Pero está dispuesta la dirección del PSOE a radicalizarse aún más en sus planteamientos hasta el punto de impulsar una reforma constitucional de calado? No. No le hace falta. Pedro Sánchez ha conseguido, gracias a la propaganda, traspasar todos los límites de la tolerancia democrática (plagio de tesis, muertos ocultos por la pandemia o la inexistencia de un comité de expertos que, oficialmente, existía hasta hace unos días), disfrutar de impunidad y mantener la tensión en la opinión pública para que tomen partido por él ante la amenaza de la extrema derecha. Por otro, ha conseguido controlar todos los resortes de poder. Hasta Felipe VI ha cedido.

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