Más allá del fenómeno de inmigración que afronta Europa, el viejo continente se enfrenta a un desafío que tiene que ver con cuál es su propia identidad común y sus valores frente al actual movimiento migratorio. ‘Quitamos fronteras entre países, pero ponemos fronteras a las personas’, una contradicción en la que se desenvuelve una Europa comunitaria en la que, sin embargo, los estados-nación piden imponer su política de inmigración.
En ese contexto, el continente acusa el resurgimiento de los partidos xenófobos, antes residuales, que acuden a los mitos de la pérdida de empleos, los riegos al bienestar social o de la identidad cultural del país asociados a la inmigración. ‘La actual inmigración de musulmanes provoca mucho golpe psicológico, pero es un asunto de fácil coordinación si se aborda desde una política transnacional y una posición común’. ‘La inmigración es buena económicamente. Su beneficio es mayor que el coste’ en una Europa que envejece demográficamente a un ritmo acelerado.
Así lo ha defendido el profesor Alberto Spektorowski, de la Universidad de Tel Aviv, en la Conferencia ‘Impacto Socio-Político y Cultural de la nueva inmigración en Europa’ celebrada hoy en el Palacio de Congresos y Exposiciones de Torremolinos. Organizada por la Asociación de Amigos de la Universidad de Tel Aviv, en colaboración con el Ayuntamiento de Torremolinos, el alcalde de esta localidad, José Ortíz ha hecho de anfitrión de este foro en que han participado también como ponentes los profesores, José María Gay de Liébana (Universidad de Barcelona) y Teodoro León Gross (Universidad de Málaga).
Ortiz ha agradecido la elección de Torremolinos como escenario de este foro, poniéndolo como ejemplo de ‘ciudad abierta, tolerante, multicultural y multiétnica que quiere posicionarse no solo en turismo sino en cultura’. En este contexto, ha defendido la evolución de Torremolinos hacia un modelo Queremos ser un de ‘museo abierto donde se exponga arte y cultura de vanguardia’ y una ciudad de convivencia en la que el 21 por ciento de la población es extranjera, perteneciente a 170 nacionalidades, y de los que el 45% de la población extranjera es extracomunitaria.
‘Europa camina hacia un liberalismo radical y hacia una democracia proteccionista’, una situación que arriesga la ‘satanización’ de toda inmigración , ha advertido Spektorowski.
Según previsiones, el movimiento migratorio supondrá la incorporación en Europa en el periodo 2015-2017 de tres millones de personas, ha señalado el profesor Gay de Liébana, cifra que engloba a refugiados, inmigrantes y los que piden asilo.
Europa es ‘El Dorado’ para muchos inmigrantes económicos que está en la desesperación y ‘encuentran una Europa que se debate en una encrucijada: no sabe dónde está, no tiene identidad clara, no sabe adónde vamos y no tiene un crecimiento económico sostenible ‘. Gay de Liébana se ha referido a la concentración de la atención por los organismos europeos al problema de Grecia, la estabilidad euro o el posible Brexit para explicar la falta de respuesta de Europa al actual fenómeno de la inmigración.
En este mismo sentido del sentimiento de ‘orfandad’ que siente el ciudadano europeo en la defensa de los valores de la integración social y cultural de los inmigrantes se ha expresado el profesor León Gross. ‘Es un proceso delirante, quitamos fronteras y colocamos fronteras. Jugamos en procesos de nuevos acotamientos donde nos cuesta salir del estado-nación. Queremos hacer políticas de inmigración desde los estados. Pero por su propia naturaleza la migración trasciende la política doméstica y requiere políticas transnacionales, Facilitamos las multinacionales mercantiles pero limitamos el movimiento de personas. Nos movemos en grandes contradicciones’, ha indicado.