Maldito animal
Somos animales evolutivos que sacian sus afanes depresivos con cosas que luego vendemos
La autora se define a sí misma en su espacio:
Somos animales evolutivos que sacian sus afanes depresivos con cosas que luego vendemos
Creíamos que bajo nuestro techo estaban protegidos, pero se nos ha metido el mundo entero en casa viajando dentro de un pequeño dispositivo electrónico
Los vaivenes políticos para gobernar dan tanta escarcha parrafal como en sus tiempos los líos de Bárbara Rey, ahora seriados para mayor gloria de noctámbulos
Se hace la noche en el pantalán más acogedor del mundo con gaviotas que se mecen al compás de las mareas
Nos creemos imprescindibles en un mundo perdido por la insignificancia, la podredumbre, la miseria y la insolidaridad,
No pudo con nosotros una pandemia, ni catástrofes ambientales, así que mucho menos lo hará una sentencia
Nace en mitad de esa tarde famélica de entre temporadas, un sonido chasqueante y sordo como el de los peta zetas que nos hacían- de niños- llorar más que reír
Que se quede tranquila la Luna que no moriré por ella, más que si se deriva en su rumbo y estrella contra la Tierra.
El cansancio es más terco que la depresión. Ésta más insistente que la pena, que no es la mujer del pene sino una horca de concertinas clavadas al cuello.
Lo único bueno de envejecer es que puedes ver pasar el cadáver de tu enemigo, hacerle una pedorreta a las boca-chanclas que no sabían lo que decían o poder gri
En la barriada del Cerezo, como en tantas partes del mundo, la ceguera se ha adueñado de los ojos más vívidos dejándolos como los de los pescados cocinados