El 43% de los 194.218 parados que tiene la provincia de Cádiz, llevan en el desempleo más de un año o están a punto de superar ese plazo. En concreto, las listas del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) contabilizan actualmente a 83.024 personas que demandan empleo desde hace más de doce meses lo que, técnicamente, les coloca esa temible etiqueta de “parados de larga duración”.
A ellos se suman otros 12.759 que llevan en el desempleo entre nueve y doce meses, con lo que, a menos que haya un repunte significativo en el volumen de contratación, entrarán dentro de este temido colectivo a la vuelta del nuevo año.
A la dureza de la crisis, y al incremento imparable del número parados de larga duración se suma que muchos hayan agotado ya las prestaciones y ayudas a las que tenían derecho, con lo se están quedando sin ningún tipo de cobertura. A primeros de septiembre fuentes del Ministerio de Empleo afirmaban que en Cádiz hay todavía más de 100.000 personas cobrando prestaciones: más de 30.000 cobran la prestación contributiva, otros 45.000 el subsidio por desempleo, casi 17.000 la renta activa de inserción y 9.000 perciben el subsidio eventual agrario. Esto dejaría, según la cifra actual de parados, a más de 80.000 personas sin ninguna prestación.
Los parados que soliciten la prorroga de la ayuda de 450 euros tienen que seguir un plan específico de formación, el llamado Programa de Recualificación Profesional, que les obliga a seguir un itinerario personalizado de búsqueda de trabajo, con asistencia mensual y sesiones grupales.
Perfil de baja cualificación
Según un estudio del Servicio Andaluz de Empleo, el 70 por ciento de los parados gaditanos sólo pide puestos de baja cualificación o trabajos del sector hostelero, comercial o de la construcción, caso de camarero, dependiente, peón o albañil. La cifra destaca así las carencias formativas de buena parte de la población en paro.
Sólo el 10 por ciento tiene estudios postsecundarios, incluidos universitarios. Aunque esta cifra puede resultar errónea, ya que muchos universitarios optan por ocultar sus estudios porque así creen que podrán tener opciones para acceder a determinados puestos de baja cualificación. La cifra de personas con formación también se está reduciendo porque muchos deciden probar suerte en el extranjero.