La 'tostá' de Pedro y Pablo

Publicado: 25/07/2019
Autor

Pedro García Vázquez

Pedro García es periodista. Director de Informativos de 7 Televisión y Publicaciones del Sur

Absit Invidia

Con la esperanza de ser entendido por lo que pone, y por lo que no. Eso sí, sin ánimo de ofender ni en castellano, ni en latín

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El fiasco de la izquierda se ha escenificado en el Congreso de los Diputados. La Cámara Baja rechaza la investidura de Pedro Sánchez.
“¡Ves, desde luego la política no es buena para nada”, exclama cariacontecida una camarera de la sevillana Cuesta del Rosario tras darse cuenta de que se le habían quemado las tostadas de dos clientes mientras departía sobre la sesión de investidura. “Lo que acaba en ista no me gusta nada”, arguye, minutos antes de que el pan empezara a mostrar un tono negruzco. “No me gustan los extremos, ni de derechas ni de izquierdas, ni Podemos ni Vox”, añade. “Esto es una vergüenza –interrumpe un cliente- no piensan en nuestros problemas, sólo en cómo repartirse los sillones, y seguro que habrá otras elecciones”. Este pequeño vodevil, real como la vida misma, es anecdótico, pero refleja a las claras el sentimiento de los ciudadanos, aburridos hasta el hastío de procesos electorales. Hay un magnífico dicho en La Línea, también utilizado por los gibraltareños, que define a quienes intentan sacar todo tipo de beneficio en una negociación: “quiere la tostá untada por los dos lados”. Veo a Pablo Iglesias con su rebanada con manteca colorá por ambas caras, y a Pedro Sánchez, quizás, con un mollete integral con aceite. Parece que una de las pocas cosas que Pedro y Pablo comparten es el día de su santo. Han tenido 80 días para ponerse de acuerdo, sin éxito. Y ahora tienen otros 60 por delante para tratar de evitar otras elecciones. Mi tocayo se cerró la negociación a una sola carta, y eso lo complica todo. Pese a los cánticos de estabilidad procedentes de expresidentes, del Ibex-35 y de la banca la opción que encarnaba Albert se fue alejando de manera directamente proporcional a los gestos que la jerezana Inés Arrimadas hacía desde su escaño a Pedro Sánchez en una curiosa mezcla de lenguaje callejero rematado por un apunte siciliano. Descartados de inicio Casado y Rivera, todo quedó entre Pedro y Pablo. Y ahí entraron personalismos, manual de  resistencia y lo que es peor, la desconfianza. Si, además, la negociación es retransmitida (hasta en los detalles) por los medios de comunicación con constantes filtraciones, pues llegar a un acuerdo es un milagro. Y en ese punto estamos. La tostada se nos cae al suelo, y además por el lado de la mantequilla.

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