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Jueves 14/11/2024
 
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sociedad

Una dieta y un estilo de vida saludables pueden reducir hasta cinco años la edad biológica

Así lo demuestra un estudio publicado en 'Aging' y 'Aging-US', dirigido por la investigadora Kara N. Fitzgerald

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  • Dieta.

Las intervenciones dietéticas y de estilo de vida pueden ser capaces de reducir el envejecimiento biológico y tienen el potencial de influir en la duración de la salud, la esperanza de vida y la carga económica del envejecimiento.

Así lo demuestra un estudio publicado en 'Aging' y 'Aging-US', dirigido por la investigadora Kara N. Fitzgerald, del Instituto de Medicina Funcional de la Virginia Commonwealth University (Estados Unidos), con la colaboración de la Asociación Americana de Nutrición, realizado sobre seis mujeres que completaron una dieta y un programa de estilo de vida diseñado para impactar en la metilación del ADN y las medidas de envejecimiento biológico.

"Una dieta que apoye la metilación y una intervención en el estilo de vida pueden influir favorablemente en la edad biológica en ambos sexos durante la mediana edad y la vejez", comentan los expertos que han realizado el estudio.

La intervención de estilo de vida modificable utilizada por los participantes en esta serie de casos se investigó por primera vez en un ensayo clínico piloto en el que los participantes (todos hombres de entre 50 y 72 años) redujeron su edad biológica en una media de 3,23 años en comparación con los controles.

La serie de casos de la que aquí se informa se llevó a cabo para profundizar en la investigación de una intervención modificable sobre el estilo de vida que, en gran medida, era la misma en otras poblaciones; sobre todo, en las mujeres.

El equipo llevó a cabo una actuación consistente en un programa de ocho semanas. Este incluía orientación sobre dieta, sueño, ejercicio y relajación, suplementos de probióticos y fitonutrientes y asesoramiento nutricional.

Concretamente, la intervención dietética consistía en ingerir semanalmente la cantidad equivalente a dos tazas de verduras de hoja verde (incluyendo col rizada, acelgas, berzas y espinacas, entre otras, pero excluyendo las típicas de ensaladas, como la romana, la iceberg o la mezcla de primavera; dos de verduras crucíferas (incluyendo brócoli, col, coliflor, coles de Bruselas, rúcula, col rizada, hojas de mostaza, berros, colinabo, colinabo, rábano, acelga, nabo); tres tazas de verduras de color intenso; un cuarto de taza de semillas de calabaza; otro cuarto de semillas de girasol; 2 porciones de adaptógenos de metilación; 1 ó 2 remolachas; una porción de huevo (5 a 10 por semana) y probióticos (2 cápsulas). Los expertos también llamaron a incluir en la dieta aceites "saludables", como el de oliva.

También se requería hacer ejercicio durante al menos 30 minutos al día durante cinco días a la semana; practicar ejercicios de respiración al menos dos veces; dormir al menos 7 horas al día; ayunar de 7 de la tarde a 7 de la mañana, y beber 8 vasos de agua al día.

Cinco de los seis participantes mostraron una reducción de la edad biológica de entre 1,22 y 11,01 años con respecto a su edad biológica basal. Hubo una diferencia estadísticamente significativa en la edad biológica media de los participantes antes (55,83 años) y después (51,23 años) de la intervención de dieta y estilo de vida de 8 semanas, con una disminución media de 4,60 años.

La edad cronológica media al inicio del programa era de 57,9 años y todas las participantes menos una tenían una edad biológica inferior a su edad cronológica al inicio del programa, lo que sugiere que los cambios en la edad biológica no estaban relacionados con la mejoría de la enfermedad y que, en cambio, podrían atribuirse a mecanismos de envejecimiento subyacentes.

"Esta serie de casos de mujeres participantes amplía el estudio piloto previo de esta intervención en hombres, indicando que los cambios favorables de la edad biológica pueden ser alcanzables en ambos sexos. Además, la investigación de individuos por lo demás sanos, en lugar de aquellos con enfermedad diagnosticada, sugiere una influencia directa sobre los mecanismos subyacentes del envejecimiento en lugar del envejecimiento impulsado por la enfermedad", concluyen los investigadores.

 

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