Después de un partido en el que el personal no se fue enfadado, aunque tampoco contento; después de un encuentro en el que se vio que el Xerez sí fue superior a su rival, pero no lo supo matar; después de un choque en el que se vieron esas ganas que quizás se echaron en falta en anteriores compromisos caseros; después de una contienda en la que Sidi Keita escenificó que puede y debe ser gente importante en el equipo de esta campaña; después de noventa minutos que fueron de más a menos, pero que dejaron algún sabor especial distinto a los que se vivieron ante Murcia o Mirandés, uno tiene la obligación de ver la botella medio llena en lugar de medio vacía. Como me decía alguien al término del evento, lo importante es que se sumó un punto y que no se perdió. Ya son dos los partidos que se llevan sin conocer la derrota. Algo se ha ganado. No es lo mismo sumar uno que tres puntos, pero peor es no sumar. El equipo, en honor a la verdad, ha mejorado. La entrada de Keita le da un toque distinto al centro del campo. Se sabe que hay un guardián por delante de la zaga y eso hace que el fútbol en esa zona se haga de forma diferente. El malí además tiene mucho margen de mejora. Ayer aguantó 70 minutos, aunque a los 60 ya le faltaba el aliento. Hizo una entrada propia de él, pero no incidió en las faltas y eso hace pensar que del año en Primera a éste ha ganado en experiencia, aunque haya jugado más bien poco, y en saber estar sobre el campo. No es la solución, pero sí es un hombre a tener muy en cuenta. Ya se suma un peón más.
Y habrá que seguir sumando a los que están ahora mismo fuera de combate. Adrián Ruiz se ha recuperado más pronto de lo esperado y se sueña con que José Mari o Vélez o el propio José Manuel Rueda estén cuanto antes, porque el equipo necesita gente en la parte más ofensiva, ya que, de momento, ni Porcar ni Marquitos están aportando lo que se suponía deberían de aportar al conjunto. Será cuestión de seguir trabajando con ellos y tenerlos disponibles para la causa. Igualmente habrá que ver qué es lo que pasa con un Raúl Cámara que no está siendo el del pasado ejercicio. Ayer tuvo que ser cambiado a los 51 minutos. Parece que no está bien y debe estarlo, porque tampoco se anda sobrado de hombres de banda para la defensa. Mendoza se tiró a la derecha y entró Manuel Redondo, con el que el árbitro se cebó a la hora de señalarle faltas. Es bueno también que el ex sevillista comience a entrar. Tiene talla, se lanza hacia adelante y puede ser otro hombre a contar de manera decisiva.
Escrito todo esto, nadie debe llevarse a engaños. Se está mejorando algo, se han hecho las cosas mejores y se apuntan nuevos nombres para luchar, pero no es menos cierto que el equipo sigue ofreciendo dudas, porque el Racing ha sido de lo peor que ha pasado hasta ahora por Chapín, y todo hace indicar que lograr la permanencia va a pasar por sufrir mucho y sudar más. Así lo entiende una afición que, aunque sigue siendo muy escasa ya que no se llega a los seis mil siquiera, estuvo de diez desde el principio hasta el final. Entregada a un equipo que necesita más que nunca que en Chapín haya doce jugadores y no necesariamente el colegiado de turno, que ayer ofreció un concierto de mal dirigir la contienda. Se ensañó con el Xerez. No fue decisivo en el marcador, pero sí que perjudicó ostensiblemente al equipo xerecista en tarjetas y faltas pitadas al contrario.
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